Los Sandulache montaron lo más parecido a un campo de concentración nazi. Dos de las víctimas del clan rumano, que están acusadas a su vez por un delito de trata de personas, describieron ayer en la sección segunda de la Audiencia Provincial, en Oviedo, un auténtico calvario en manos de los hermanos y sus compinches.

Una de ellas, A. Ch., describió cómo Sebastian Sandulache comenzó a salir con ella en Rumanía y al mes la trajo a España, donde la obligó a prostituirse. "Éramos propiedad privada", aseguró esta mujer que ahora está estudiando, sin poder contener las lágrimas y temblando como una hoja ante los supuestos mafiosos.

"Me quitaron la documentación desde el principio, no teníamos teléfono móvil ni podíamos abandonar el piso, tenía que entregarles todo el dinero. Sebastian me daba palizas, y luego me obligaba a tener relaciones sexuales con él para 'reconciliarnos', me amenazaba con que iba a violar a mi hermana, que es diez años menor que yo, con que iba a quemar viva a mi abuela, que me mataría y me metería en un saco para tirarme por ahí", indicó.

Las chicas de los Sandulache llegaban a ganar hasta 10.000 euros en una noche, pero ellas solo veían unos 200 euros a la semana. Las llevaban en furgoneta a dos conocidos burdeles de Siero, el Delphos y el Model's. El resto del dinero, los hermanos lo enviaban a Rumanía a la matriarca, que estaba construyendo una mansión de lujo. Ellos preferían los coches de gran valor (se les han identificado una docena) y las armas. A A. Ch., que está defendida por la letrada Judith Gómez, llegaron a ponerle una pistola en la cabeza.

La mujer aseguró que la obligaron a abortar en Rumanía. El motivo: tenían que mantener relaciones con los clientes y los miembros del clan sin preservativo. Las palizas eran constantes. Con quien no se ensañaban era con una joven que estaba enferma del corazón, y que terminó huyendo con un cliente. A otra, que había practicado lucha libre, le dieron "como si fuera un hombre". Durante una semana no pudo levantarse y le dejaron un oído dañado. A otra le hicieron un corte en el brazo con una catana por el que tuvo que ir a Urgencias.

Tanto A. Ch. como A. G. M., describieron alguna de las tácticas de los Sandulache, que mantenían vigiladas a las mujeres, utilizando además a una de sus hermanas, que curiosamente no figura como acusada. "Cuando no sacábamos dinero suficiente nos ponían a todas en fila y nos iba pegando una a una. Otra vez, solo sacamos 700 euros y nos obligaron a comer los billetes porque era poco dinero. Ionut Banciu (otro de los acusados, en prisión en Lugo por atracar a un joyero) trajo el agua para que pudiéramos tragarlos", dijeron.

Los cabecillas del clan negaron por activa y por pasiva que fuesen proxenetas. "Teníamos una relación amorosa", aseguraron. Este es el mayor juicio por trata de blancas que se haya celebrado en Asturias. A los hermanos Sandulache les piden 128 y 115 años de prisión. Sumando las penas solicitadas a los otros cuatro acusados, se alcanzan los 615 años. El juicio prosigue mañana, con la declaración de las once mujeres que fueron traídas a España y prostituidas contra su voluntad, aunque hay dudas de que comparezcan todas. Al abandonar el juicio, los hermanos, defendidos por el abogado Ricardo Álvarez Buylla, lanzaron miradas desafiantes a las dos mujeres que les habían incriminado.