Mintió para proteger a su marido pero nunca fue partícipe de los hechos. Esta fue la segunda y última versión que Rosario Rodríguez Fraga, la mujer de "El Chicle" ofreció a los agentes a cargo de la investigación del caso Diana Quer y ahora el juez que instruye su muerte la corrobora. El magistrado del Juzgado de Instrucción número 1 de Ribeira cierra las investigaciones contra Rosario por la desaparición y fallecimiento de la joven madrileña, imputada a título de encubridora por haberle facilitado una coartada a su marido. La mentira que contó en su primera declaración policial, en la que aseguró haber acompañado a José Enrique Abuín a robar gasolina si bien podría resultar "moralmente reprobable", habiendo entorpecido notablemente y retrasado la investigación policial, no pude considerarse delito.

El TSXG así lo hizo público en un comunicado en el que además deja claro que los informes forenses, además de descartar la actuación de Rosario, desvelan que en la muerte de Diana solo participó una persona: su autor confeso, "El Chicle". El juez señala en el auto que "debe tenerse en cuenta que a pesar de las variadas declaraciones prestadas por la investigada en sede policial [...]posteriormente se retractó de tales afirmaciones, habiendo prestado declaración en tal sentido en sede judicial". Dicha versión, en la que manifiesta que permaneció en la vivienda que compartía con Abuín Gey, resulta contrastada por el resto de diligencias practicadas, teniendo especial relevancia a tal efecto por su objetividad el estudio de los datos arrojados por su terminal telefónico". A tenor de estas consideraciones, el magistrado Félix Isaac Alonso no aprecia l a existencia de "indicios de entidad suficiente que apunten a la participación de Rosario como autora o cómplice en los ilícitos investigados". Tras cerca de 500 días guardando silencio para desviar las pesquisas de la Guardia Civil hacia su marido y salvaguardar la coartada de Abuín, la grabación de la joven de Boiro que intentó raptar fue lo que le quietó la venda de los ojos y tanto ella como sus cuñados confesaron la verdad: "Mentí. No estuve con Enrique la noche del 22 de agosto; se fue solo", declaró esta catoirense tras su arresto el pasado 29 de diciembre.

Clave en la recreación de lo sucedido con la joven madrileña es la autopsia. En ella trabajan patólogos del Imelga de Santiago junto al forense Fernando Serrulla en el Instituto de Verín. De sus primeros informes no se desprende la existencia de "indicios ni muestras genéticas" que hagan indicar la participación en el hecho de varias personas concordando con el modus operandi "policialmente atribuido" a José Enrique Abuín: raptaba solo a sus víctimas -principalmente jóvenes, altas y morenas de pelo largo- a las que introducía en su vehículo no sin antes dejarlas aisladas al tratar de quitarles su teléfono móvil.

El juez instructor, por su parte, se reserva la posibilidad de que de la instrucción de la causa se deriven "nuevos hechos o pruebas" que permitan dirigir el procedimiento frente a Rosario Rodríguez.