Los 24.000 euros que le tocaron a Alberto Viéitez de la herencia de su madre, tras la venta de una casa, centraron parte de la jornada del juicio que se sigue contra él en la Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo. El acusado de matar a su mujer septuagenaria tirándola por una ventana del domicilio familiar en la zona O Calvario, en octubre de 2015, vivía al parecer obsesionado con ese dinero, que solía llevar encima y que le llevó a pensar que su mujer le envenenaba para quedarse con él, según los testigos que declararon ayer y entre los que figuraban varios policías locales y nacionales, su casero y una prima suya.

Ésta relató que Alberto le contó que había quemado unos 20.000 euros por temor a que alguien le robara o que se los quedara su mujer. Llevaba siempre encima otros 4.000, según su prima. Entonces comenzó a temer que María José le estaba envenenando la comida. Días antes del suceso llamó desde Soutelo a su prima y le dijo que iba a dejar sobre la tumba de su madre el sobre con el dinero. Unos billetes que, se sospecha, son los que aparecieron rotos y tirados por el suelo y el inodoro durante el registro del domicilio familiar.

"Yo pensaba que lo tenían que ingresar", reiteró la prima del acusado, que aseguró que Alberto quería dejar a la mujer y le había acompañado a presentar una demanda de divorcio en el juzgado, pero que estaba cerrado. Aseguró que el matrimonio, que llevaba más de 30 años casado, no se llevaba bien y que María José era quien gobernaba en la pareja. Sabía que Alberto había estado ingresado unas semanas antes del suceso en psiquiatría del Cunqueiro, si bien no le dejaban recibir visitas, y que María José se lo llevó de allí porque quería cuidarlo ella. Alberto, aseguró, quería dejarla, y por eso entregó a su prima los 4.000 euros mientras buscaba habitación. Apenas veinte minutos después se los reclamó porque ya había encontrado una con caja fuerte.

Desconocía esta testigo que María José había solicitado asesoramiento para divorciarse en el Centro de Acogida de Mulleres Maltratadas. Tampoco sabía nada de los episodios de malos tratos, ni que hubiera tenido que dormir en un coche durante dos meses o en un campo de fútbol.

El dueño del piso en el que residían Alberto y María José, declaró al tribunal que pocos días antes del suceso María José le llamó porque su marido había cambiado la cerradura del piso y la dejó fuera. Habló con el acusado que le explicó que cambió la cerradura "porque no quería estar con ella" ya que "podía pasar algo si estaba con ella".

Dadas las desavenencias, él actuó como mediador y el matrimonio acordó que María José se iría de la vivienda y Alberto se quedaba en ella, por lo que el fin de semana ella retiraría sus cosas. Cuando fue el lunes a supervisar que ella le entregaba las llaves, Alberto no apareció y no respondió a las llamadas telefónicas, por lo que le dijo a la mujer que si quería se quedase ella en la vivienda. El casero apuntó que Alberto no era coherente "a ratos" y que los últimos días estaba "raro", aunque él no presenció ningún episodio de agresividad.

Los policías que acudieron a la llamada de los vecinos la madrugada del 29 de octubre de 2015, reiteraron que la víctima les manifestó tirada en la acera y muy grave que la había tirado su marido. El hombre les abrió y puso las manos para que lo esposaran, diciendo que él no había hecho nada, que ella se había tirado. y que había intentado envenenarle con el jabón de la lavadora. Una de las vecinas, octogenaria, explicó que la despertaron los gritos de María José, los quejidos, y al igual que su nieta -que llamó al 112- oyó como arrastraban algo. Después el golpe, como cerrar una puerta, y María José estaba ya en la acera. Poco después falleció.

El fiscal acusa a Alberto de un delito de homicidio si bien pide la eximente de enajenación mental y que se le interne en un centro psiquiátrico no más de 15 años. La acusación particular -ejercida por el hijo de la víctima-, y la popular -ejercida por la Xunta- piden que sea condenado por undelito de asesinato a prisión permanente revisable y a indemnizar a su hijo en 150.000 euros. La defensa pide su absolución o que se le condene por homicidio. El juicio continúa hoy.