Silencio y mutismo total por respuesta. Alberto Javier Viéitez González, acusado de matar a su mujer tirándola por la ventana del tercer piso del edificio de O Calvario donde tenían su domicilio familiar en octubre de 2015, optó ayer por guardar silencio en el juicio con jurado popular que comenzó en la Sección Quinta de la Audiencia con sede en Vigo. El hombre, de 64 años, se acogió a su derecho a no declarar y no respondió ni a las preguntas de su abogada defensora. Ésta, no obstante, pidió su absolución "porque él no fue".

María José, la víctima de 72 años con problemas óseos, artrosis y obligada a utilizar un bastón para moverse, se tiró sin ayuda de nadie, según la letrada que representa a su marido. En su opinión la mujer iba vestida, tenía puesto el abrigo, llevaba el bolso colgado del brazo y se había metido dinero en el sujetador precisamente para tirarse por la ventana del lavadero tras una discusión con su esposo, tan fuerte que hizo que los vecinos alertaran a la Policía. Cuando los agentes llegaron oyeron un golpe seco y encontraron a la mujer en el suelo, se había precipitado desde un tercer piso. Ella mismo les dijo "foi meu home", según relató el fiscal al tribunal del jurado durante la presentación de la causa.

La versión del Ministerio Público, la acusación particular que representa al hijo de la fallecida y la ejercitada por la Xunta de Galicia, sostienen todo lo contrario. La mujer se marchaba de su casa tras una fuerte discusión, por eso estaba vestida y con bolso, pero el hombre se lo impidió, arrastrándola hasta el lavadero por donde la tiró a la calle. Debió interceptarla casi en la puerta, sostienen, donde apareció un pendiente de oro de la víctima y las llaves de la casa.

Pero aún hay más. La autopsia ha determinado, según el fiscal, que la mujer presentaba lesiones propias de la caída, pero también hematomas y signos de sofocación pro ahogamiento, lo que en su opinión indica que trató de asfixiarla antes de tirarla. En todo caso, el Ministerio Público considera que el acusado tenía anuladas sus capacidades volitivas y cognitivas, pues sufría delirio persecutorio al creer que su mujer le estaba envenenando para quedarse con unos 20.000 euros de la venta de un piso que había heredado. Le aplica la eximente de enajenación mental y pide que sea internado en un centro psiquiátrico por un tiempo máximo de 15 años.

La representación del hijo de la víctima y de la Xunta piden prisión permanente revisable al estimar que se trata de un asesinato. Sostienen que "no solo le causó la muerte, sino también sufrimiento pues primero intentó asfixiarla y después la tiró por la ventana para asegurarse el resultado de muerte".