Al menos 58 personas murieron y 515 resultaron heridas en el tiroteo ocurrido ayer durante un concierto en la ciudad estadounidense de Las Vegas. Stephen Paddock, un hombre blanco de 64 años, abrió fuego indiscriminado desde su habitación del piso 32 del hotel Mandalay Bay contra una multitud de más de 22.000 personas que asistían en la calle a un festival country. Esta masacre es el tiroteo con más muertos en la historia de EE UU.

El Estado Islámico (IS) se apresuró a reivindicar el atentado, pero anoche existían serias dudas sobre su influencia en Paddock, a quien la alcaldesa de Las Vegas, la demócrata Carolyn Goodman, calificó de "lunático loco lleno de odio". El atacante, que al parecer rompió las ventanas de su habitación con un martillo antes de comenzar a disparar, se suicidó en ese mismo dormitorio donde se hospedaba. Un portavoz del FBI, además, descartó cualquier vínculo del tirador con algún grupo terrorista extranjero. La teoría con más fuerza es que el atacante era un desequilibrado obsesionado con las armas de fuego y las apuestas. El FBI reconoció que "no existía información previa sobre el sospechoso" por lo que se hizo imposible "prevenir el ataque".

La Policía informó que Paddock introdujo él solo, sin colaboradores, las diez armas que se encontraron en su habitación del hotel, donde se alojaba desde el 28 de septiembre. La novia del atacante, Marilou Danley, de 62 años, que se encuentra fuera de los Estados Unidos, no tuvo nada que ver con la masacre, según fuentes policiales.

Los agentes entraron en la casa de Paddock, en la localidad de Mesquite, a una hora de Las Vegas, donde también se encontraron armas de fuego, y registraron otra propiedad del atacante en el norte del Estado. Sus vecinos le perfilan como introspectivo y nada sociable, recluido casi siempre en el interior de la casa.

Las autoridades pidieron a la población que acuda a los bancos de donación de sangre. Por su parte, el gobernador de Nevada, el republicano Brian Sandoval, condenó el tiroteo como "acto despreciable". "Vamos a tener que aprender de esto", agregó, sin mencionar el control de armas que su partido obstaculiza en el Congreso.

El presidente Donald Trump, condenó como "un acto de pura maldad" el tiroteo y anunció que mañana visitará la ciudad para reunirse con los familiares de las víctimas y los policías. La bandera de los Estados Unidos ondeará a media asta hasta el viernes en todos los edificios federales del país y las embajadas estadounidenses en el extranjero. Trump agradeció la labor de las fuerzas del orden y dijo que "la rapidez con la que actuaron es milagrosa y previno que se perdieran aún más vidas".

Excontable

Paddock estaba jubilado, había trabajado como contable y tenía inversiones inmobiliarias, incluyendo casas y apartamentos alrededor de Orlando (Florida), importante capital que, junto a la ausencia de descendencia, le permitía jugar y jugar. En los últimos días había apostado unos 70.000 dólares en casinos de Las Vegas. Aunque su padrastro estuvo en la lista de los diez más buscados del FBI por ser atracador de bancos, el autor de la masacre no tenía problemas mentales, ni adicciones por traumas de la infancia, según declaró su sorprendido hermano, quien aseguró que desconocía que Stephen tuviera el rifle de repetición con el que perpetró la matanza.

El tiroteo, el más mortífero de la historia de los Estados Unidos, ha reavivado el debate sobre el control de armas, recurrente cada vez que ocurre un suceso de este tipo. Sin embargo, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, defendió ante los medios que "hoy [por ayer] es el día de consolar a los supervivientes y llorar a los muertos", mientras que cualquier otro debate político sería "prematuro".

Trump se mostró siempre en contra de adoptar restricciones adicionales, en un giro a los mensajes de su predecesor, Barack Obama, que insistió durante años en la necesidad de aumentar los controles para endurecer, por ejemplo, la adquisición de armas automáticas. A la Casa Blanca han llegado mensajes de condolencia de todo el mundo. El presidente del Gobierno Mariano Rajoy, expresó su "indignación" y "condena" por el ataque indiscriminado y la "solidaridad del pueblo de España".