El empresario vilanovés Ramiro Rafael Martínez Señoráns, propietario del grupo cárnico Montiño y de la bodega Terras de Lantaño, todavía no se ha recuperado del todo de lo sucedido en la madrugada del sábado pasado, cuando el pazo en el que vive en Portas, fue asaltado por varios encapuchados, que se llevaron un importante botín en joyas y en dinero. Además, los asaltantes llegaron a torturar al empresario para conseguir más dinero del que guardaba en la caja fuerte lo que provocó que tuviese que ser ingresado en un centro hospitalario de Pontevedra.

Con el alta en la mano, Martínez ya se encuentra de regreso en su casa desde el domingo y reconocía que él y su familia "nos hemos llevado un gran susto del que todavía nos estamos recuperando, porque nunca nos había pasado una cosa similar; si me habían robado en alguna de las empresas, aprovechando que nadie estaba en el edificio, pero nunca había sido víuctima de una situación tan desagradable como esta".

El propio Martínez recuerda que fue sobre las 2.30 horas cuando "me despertó un encapuchado armado con una pistola apuntándome a la cabeza, me llevé un susto de muerte, pero lo peor vendría después". Los encapuchados ataron a la mujer, a la que no le hicieron nada más allá de inmovilizarla, para trasladar al empresario a donde guardaba la caja fuerte. Allí les entregó los 20.000 euros que había en su interior, pero esta cantidad no les llegó a los asaltantes, ya que "comenzaron a asfixiarme y a golpearme para que les dijese donde escondía el resto; uno de ellos decía que me conocía y que sabía que tenía más dinero, yo les repetía que solo tenía esa caja fuerte, pero parece que no les llegaba y por eso me agredieron".

Tras darse por satisfechos con el botín, los encapuchados abandonaron el pazo de Lantaño, no sin antes dejar maniatada a la pareja. Los asaltantes aprovecharon un vehículo del propietario de Montiño para escapar, el cual fue abandonado no muy lejos de la mansión. Martínez y su esposa consiguieron liberarse d elas ataduras y alertar a la Guardia Civil, que destacó varias patrullas en el lugar para tratar de encontrar algún indicio sobre la identidad de los responsables del asalto.

El empresario sostiene que se trataba de un grupo muy bien organizado que sabían bien lo que querían. "Eran tres individuos dentro, pero debía haber un cuarto fuera porque se comunicaban con alguien a través de walkie talkies; los escuché hablar y uno de ellos me pareció que tenía acento de algún país del este, pero también me dio la sensación de que otro era español, aunque en un momento de tanta tensión es difícil discernir esas cuestiones".