La preocupación aún se le refleja en la mirada, enturbiada por un coágulo en uno de sus ojos. Veinticuatro horas después de que tres hombres lo retuvieran por la fuerza a la puerta de su casa en Carrizal y lo llevaran hasta una cueva en la zona baja de Guayadeque, Gran Canaria, para presuntamente darle una paliza por un adeudo, Juan Ramón Cordero Oliva se encuentra, según sus propias palabras, "un poco mejor" y trata de mantenerse en calma mientras rememora el suceso. "Me ataron de pies y manos y me dieron una paliza por una deuda de 50 euros que tenía desde hace menos de un mes", asegura.

Todo comenzó este lunes, en la que debía ser una apacible jornada festiva, cuando un conocido de Juan Ramón llamó a su puerta. "Me dijo que saliera un momento, que tenía que hablar conmigo, pero lo que yo no esperaba era que hubiera otra persona esperándome", cuenta. De acuerdo con su relato, esa segunda persona le hizo un mataleón -una llave que asfixia a la víctima- y junto a su conocido, lo introdujo inconsciente en un coche. "Perdí el conocimiento y cuando lo recuperé ya estaba dentro del portabultos", rememora.

Aun estando dentro del maletero del vehículo, Juan Ramón pudo escuchar cómo los dos individuos comentaban entre ellos que iban a recoger a una tercera persona en el barrio de La Jurada. "Cuando se montó fuimos a la zona de La Pedrera, donde hay unas cuevas, y cogieron soga, cinta aislante, hierros y cadenas", enumera.Golpes y más golpes

En aquel momento la víctima asegura que ya tenía "sangre en la cabeza" del primer golpe recibido en su casa, aunque lo peor estaba por llegar. "Allá arriba me cogieron y me dieron palizas, desde las dos y media hasta las cuatro y media de la tarde recibiendo golpes, golpes y más golpes", afirma.

Tras la primera paliza, los hombres que se llevaron a Juan Ramón pararon y decidieron inmovilizarlo con cuerdas, siempre según su versión. "Me amarraron de manos y de pies y me dijeron que en cuatro horas iban a volver a darme de comer y a darme otra paliza, que iban a estar así varios días hasta que se cansaran", relata.

Así hicieron: tras ensogarlo lo colocaron en el suelo boca abajo y lo dejaron allí a su suerte, momento en el que puso en marcha su instinto de supervivencia y logró desasirse: "No sé de dónde saqué la fuerza, pero pude quitarme el nudo de los pies". Ya tenía libertad para moverse, pero la precaución le llevó a esperar un poco más antes de aventurarse. Juan Ramón "tenía miedo por si alguno se había quedado escondido", por lo que optó por quedarse en el interior de la cueva un poco más: "Es el instinto de supervivencia, te sale de donde tú no lo sabes, pero te sale".

Cuando por fin reunió el valor suficiente pudo comprobar que ya no había nadie en el exterior. "Al asomarme vi el coche arrancar, así que sólo esperé a que cogiera la curva y salí de la cueva", comenta. En ese momento empezó otra fase de su odisea, el retorno al casco urbano. "Cogí el barranco descalzo por las tuneras para arriba con las manos amarradas detrás y a correr, correr y correr hasta que llegué a la carretera y pedí socorro; si no, no hubiera estado hoy aquí". Tal era su prisa por encontrarse con alguien que le pudiera ayudar en esa situación que Juan Ramón asegura que las púas de los cactus que iba pisando por el camino no le molestaban: "Para mí eran esponja, era como si pisara la playa".

Cuando llegó a la calle L. H. Pilcher se cruzaron en su camino una mujer y su hija que bajaban en su vehículo y que grabaron el vídeo que inmediatamente se convirtió en viral en las redes sociales, aunque Juan Ramón prefiere no hablar demasiado sobre ellas: "Las señoras del coche no hicieron nada: esquivarme, grabarlo, seguir de largo y ponerlo en internet". Fue "uno de la Cruz Roja" quien, de acuerdo con su relato, le socorrió hasta que llegaron los efectivos que lo desataron y lo atendieron en un primer momento: "Se sorprendieron porque el nudo de las manos parecía de un experto".

Una vez dado de alta del hospital, Juan Ramón pasó este martes tratando de descansar, aunque reconoce que aún tiene "algo de miedo" y no quiere salir de su casa. Hoy tendrá que asistir a una rueda de reconocimiento tras los arrestos de tres sospechosos efectuados por la Guardia Civil. "Estoy tranquilo, porque los han detenido; espero que haya justicia".