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Confesiones, una navaja con sangre y un rosario de pruebas

El acusado del crimen de Ponte Caldelas, tras proclamar sin descanso su autoría, entregó el arma a la Guardia Civil - Después mostró en su piso a los agentes la ropa que vestía cuando cometió el asesinato

Trabajadores de la funeraria, trasladando el cadáver de la víctima en noviembre de 2015. // G. Santos

El jurado popular que sea designado para juzgar a Marcos Vidal González, acusado de matar preso de los celos al marido de la mujer con la que había mantenido una relación sentimental, no tendrá que decidir sobre su culpabilidad o inocencia. Salvo un giro sorpresivo en la estrategia de defensa, todo apunta a que el dilema ante el que se encontrarán los nueve miembros del tribunal será el de dictaminar si este peluquero de profesión cometió un asesinato por haberse ensañado con su víctima asestándole más de 20 puñaladas -como sostiene la Fiscalía- o si lo que ocurrió aquel 28 de noviembre de 2015 fue un homicidio -que es lo que mantiene la defensa, que probablemente también pondrá sobre la mesa alguna atenuante como la de confesión-. La diferencia entre una y otra calificación condicionará los años que el imputado pase entre rejas: un máximo de 15 años de cárcel según la tesis del abogado defensor o hasta 25 si se da por probada alguna de las agravantes inherentes al asesinato, como son el ensañamiento o la alevosía, que es la que pena los ataque sorpresivos.

Marcos confesó el crimen perpetrado en el piso de la víctima en Ponte Caldelas desde un primer momento. A la viuda, a la que llamó y envió una foto mientras su marido agonizaba; a su hermano; al servicio de emergencias 112 al que telefoneó desde el lugar del asesinato. También lo hizo ante la Guardia Civil. Cuando se entregó, en el paseo fluvial de la localidad, entregó a los agentes la navaja utilizada: la hoja aún tenía sangre. Y horas después, en el registro de su piso en Arcade, él mismo indicó a los agentes cuál era la ropa que llevaba cuando mató a puñaladas a Manuel Ángel Rivas. Estaba amontonada en el suelo, junto a la tele.

Los efectivos remitieron al Servicio de Criminalística de Madrid las prendas para su análisis. A simple vista ese mismo día ya vieron que las zapatillas y un vaquero tenían salpicaduras de lo que aparentemente era sangre.

Estado mental

Junto a la calificación jurídica del delito, otra cuestión que seguramente se abordará en el juicio será el estado mental del acusado. Los informes médicos que constan en la causa indican que de forma previa al crimen estuvo a tratamiento psicológico por rupturas sentimentales. Tras su detención y antes de pasar a disposición judicial fue llevado a la Unidad de Psiquiatría del hospital pontevedrés. Y ya estando encarcelado fue trasladado a otro hospital al sufrir dos anginas de pecho que la defensa atribuyó a un síndrome ansioso. La tesis de su abogado es que cometió el crimen dominado por una celopatía.

Pese a este historial, los forenses del Imelga que hicieron el informe sobre Marcos Vidal concluyen, según consta en la causa, que "no presenta alteración mental que le impida comprender la ilicitud del hecho que se le imputa ni la de actuar conforme a esa compresión".

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