El ourensano Ramón Fernández Álvarez, preso del penal de A Lama desde el 2009 tras ser condenado por el crimen de una prostituta brasileña, fue hallado muerto de un tiro en la cabeza en los baños de un motel en la Avenida de Peinador, en el lugar de Puxeiros, Mos. La voz de alarma fue dada por una joven también de nacionalidad carioca que se encontraba con él en la habitación del recinto de hospedaje. La mujer llamó al 112 en torno a las 3.14 horas de la madrugada del viernes requiriendo la presencia de las fuerzas del orden tras comentar que su acompañante se encontraba atrapado en el lavabo de la habitación, según informaron fuentes del 112.

Tras recibir el aviso, se desplegó un amplio dispositivo de emergencias coordinado por la Guardia Civil en el que también participaron sanitarios del 061 que no pudieron hacer nada por salvar la vida del hombre, de 56 años.

Los agentes del Instituto Armado encontraron junto al cadáver del ourensano, natural de la parroquia de Rioboo, la pistola que con la que presuntamente se quitó la vida. Esta es la principal hipótesis que manejan fuentes de la investigación y también la ofrecida por la acompañante.

El hombre se encontraba disfrutando de un permiso penitenciario en un motel de Puxeiros acompañado por un mujer brasileña en situación irregular. Ramón Fernández Álvarez ingresó en el penal de A Lama años atrás al ser condenado por la Audiencia Provincial de Ourense a 12 años de prisión como autor de la muerte de una prostituta en 2009 en Cenlle. Durante el juicio, confesó haber asesinado con una escopeta a la joven María Socorro da Silva y pidió perdón también en varias ocasiones. "Daría todo lo que tengo por volver atrás", reconocía el varón durante la celebración de su juicio.

Ramón Álvarez había contratado los servicios de esta joven tras encontrar su número anunciado en un periódico local. El 10 de febrero de 2009, la recogió en su domicilio de la ciudad y la trasladó, en su coche, al domicilio familiar del hombre en Rioboo. Allí mantuvieron relaciones sexuales y posteriormente bajaron a la bodega de la casa donde surgió una discusión por el precio que debía pagarle el acusado a la joven. Ella supuestamente lo amenazó con esperar a que llegara su mujer para ponerlo en evidencia, tal y como declaró Ramón Fernández el día del juicio en la Audiencia.

El hombre cogió una escopeta de caza y le disparó dos veces. Socorro no pudo defenderse ni había indicios de forcejeo. El acusado subió el cuerpo a una carretilla y lo trasladó en su coche hasta la localidad de Pazos de Arenteiro. Allí arrojo a María Socorro al cauce del río Avia.