El presunto asesino de Barcelos estuvo ingresado durante meses en un hospital psiquiátrico a raíz de los diversos problemas, según informan medios lusos, que contrajo una vez se divorció de su mujer, entre ellos una fuerte depresión.

A su salida del centro, situado en Braga, hace tan solo un par de meses regresó a Barcelos para llevar a cabo la venganza que tanto había prometido a sus vecinos por no testificar en a su favor durante el juicio.

A pesar de que fue condenado a una pena de prisión de tres años y dos meses, su entrada en prisión fue suspendida. A raíz de lo sucedido, varios psicólogos de la ciudad como Bruno Brito, de la Asociación Portuguesa de Apoyo a la Víctima (APAV), sostiene, en declaraciones recogidas por el diario Observador, que "la peligrosidad del individuo no fue debidamente evaluada en lo relativo a la decisión de suspensión de la condena. Es preciso una evaluación psicológica que determine si el varón puede reintegrarse de nuevo en la sociedad".