Las mujeres que cayeron en el engaño de Rodrigo Nogueira vieron en él al principio a un novio ideal. Siempre dispuesto a ayudar y con buenas dotes de oratoria, se mostraba cariñoso y sensible. Cuando veía que se había ganado totalmente a sus víctimas era cuando ponía en marcha las estafas. Les pedía dinero con múltiples excusas. Incluso se hacía con efectos personales de ellas, incluso las tarjetas de crédito. Cuando se veía descubierto, huía sin dejar rastro.

Actuó en muy distintos puntos de España. Y utilizaba distintas identidades, entre ellas las de Roi González Iglesias, Roy Pérez Alonso, Leto Scorssi o Alex Bethancorut, según publicó recientemente El Confidencial. En dos décadas ha usado más de una decena de nombres y personalidades distintas, ya que se inventaba profesiones de lo más variopinto: ante sus víctimas se presentó como chef, ejecutivo o tatuador. Con algunas tuvo relaciones largas.