Dos acusados por la Fiscalía de idear un plan para importar un alijo de 96 kilos de cocaína oculto en el interior de grandes bloques de granito de cantería aseguraron ayer no tener nada que ver con este envío de droga que fue interceptado en un puerto chileno en julio de 2012.

Uno de los imputados es el cambadés Fernando Gil Martínez, para quien el fiscal pide 13 años de prisión al considerarlo reincidente -recuerda en su escrito de acusación que ya fue condenado a 15 años en 1996 por un alijo de 500 kilos interceptado a bordo del Terral Colindres-. El otro es el empresario Esteban Gregores, titular de las firmas a las que iban dirigidas las piedras de cantería con la droga en su interior que fueron interceptadas en Chile. Este último afronta 10 años.

En la primera sesión del juicio en la Audiencia de Pontevedra, Gil se desentendió de esta empresa creada por su compañero de banquillo. Afirma que tan solo llevó ante su gestor de confianza después de que se lo pidiera él "como un favor". Su compañero de banquillo, Esteban Gregores, ratificó esta versión. "Fernando no tiene nada que ver con mi empresa", aseguró. Dijo que fue él quien la constituyó para dedicarse a la exportación de piedra por indicación de un inversor portugués que pondría el dinero. Negó que hubiese preparado ningún envío de droga.