Las deudas lo inquietaban y su esposa no estaba dispuesta a ayudarlo como otras veces, trata él de justificar. El ourensano Benito Quintairos Folgoso, de 55 años, la golpeó y asfixió hasta la muerte y también acabó con la vida de su suegra de la misma manera. Ocurrió en diciembre de 2014 en el domicilio familiar, en la localidad vizcaína de Abadiño. Ayer, en el juicio con jurado celebrado en la Audiencia de Vizcaya, el hombre natural de Atás (un núcleo de 66 habitantes del concello de Cualedro) se confesó culpable del doble crimen. Quintairos afronta peticiones de condena de 43 años de cárcel y hasta 300.000 euros de indemnización por dos asesinatos con el agravante de parentesco y un delito de daños.

En la declaración prestada ayer ante en la primera sesión de juicio, el acusado, en la prisión de Basauri de manera provisional desde su detención por el crimen, asumió el doble asesinato y aceptó pagar por él, a la vez que pidió perdón "principalmente" a su hijo, así como al resto de familiares y amigos. Su argumento es que en diciembre de 2014, cuando tuvo lugar el doble crimen, "estaba saturado con una deuda de la empresa y mi mujer se negó a ayudarme. Actué instintivamente, perdí el sentido común, y también el control de la situación y de mi vida", justificó, según Efe.

"Se negó en redondo a ayudarme", mantuvo. En ese momento golpeó a su mujer, Mari Luz Alejo, de 58 años con una barra, después le tapó las vías respiratorias hasta que "dejó de forcejear", relató ayer. Actuó de la misma manera con su suegra, Amelia Rodríguez, de 88 años, que dormía en otra habitación. Posteriormente fue a su negocio de carpintería, se colgó de los pies y le prendió fuego sin éxito.

En la parroquia de Cualedro no daban crédito a lo sucedido. "Era un hombre estupendo, qué habrá pasado por su cabeza", decía incrédula su prima.