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Una desaparición rodeada de misterio

Diana (López-Pinel) acapara los focos

La atención mediática se dirige hacia la madre de la desaparecida tras su imputación en el caso por la custodia de su hija menor y el interrogatorio de la Guardia Civil en su chalé

Diana López-Pinel, este viernes en Ribeira junto su abogado rodeada de periodistas. // Efe

Faltan escasas jornadas para que se cumpla un mes sin Diana Quer. Demasiado tiempo ya a lo largo del cual la desaparición de esta joven madrileña de 18 años en A Pobra do Caramiñal, su localidad de veraneo, ha alcanzado una dimensión mediática como pocas se recuerdan en Galicia. Pero la atención no sólo se centra en el devenir de las complejas pesquisas para dar con la chica. La guerra entre sus padres divorciados, que se encarnizó del todo esta semana, ha enturbiado el caso. Y contribuido a que haya adquirido semejante protagonismo. Los focos se han vuelto en los últimos días con especial atención hacia otra Diana. Hacia Diana López-Pinel, la madre de la joven. Su imputación por parte de una magistrada de Ribeira en un proceso penal ajeno al de la desaparición por el que se le retiró cautelarmente hace ya más de dos semanas la custodia de su hija pequeña Valeria -en base presuntamente a un informe médico que apreciaba "posible riesgo" para la salud de la adolescente- ha dirigido los micrófonos y las cámaras hacia ella. Este viernes la rodeaban al término del interrogatorio por este caso en el juzgado y en las jornadas previas los periodistas esperaban cualquier palabra de ella ante su chalé de una exclusiva urbanización de Pozuelo de Alarcón, en Madrid. El mismo donde a principios de semana agentes del grupo UCO de la Guardia Civil le tomaron declaración durante seis horas en el marco de sus pesquisas para dar con su hija.

La situación de tensión familiar tras el divorcio en 2013 de Diana López Pinel y el empresario Juan Carlos Quer, después de más de dos décadas de matrimonio, ha dejado de ser un asunto de puertas a dentro. Se ha aireado tras la desaparición de su hija mayor. El 1 de septiembre, al trascender la decisión del Juzgado de Instrucción 2 de Ribeira de conceder al padre la custodia de la menor Valeria, se abría la caja de los truenos. Los mismos progenitores que al principio del caso quisieron aparentar normalidad compareciendo juntos ante los periodistas para pedir ayuda en pro de hallar a Diana empezaban la guerra. El infortunio, en vez de unirlos, los ha enfrentado todavía más, sacando a la luz pública cómo durante los últimos tres años desavenencias y denuncias cruzadas han caracterizado un ambiente familiar en el que las hijas protagonizaron supuestas fugas y sufrieron desórdenes alimenticios.

Con serenidad, el progenitor, al que judicialmente se le fijó el pago de una pensión mensual alimenticia de 2.000 euros para cada una de sus hijas y otra compensatoria de idéntica cantidad para su exmujer, definía ya ese 1 de septiembre ante una nube de periodistas su proceso de divorcio como "terrible". Dijo que ni Diana ni Valeria estaban bien con su madre, que había recibido "llamadas de socorro" de ambas y que la decisión sobre la custodia de Valeria adoptada en torno a una semana después de desaparecer Diana llegaba "muy tarde".

Aquel día, y lo ha repetido más veces, prometía que más adelante, cuando se resolviese la desaparición de Diana, detallaría más avatares de las circunstancias de su separación. "Ahora estoy centrado en el cuidado de mi hija pequeña, pero cuando acabe todo os contaré todo", manifestó también a El Mundo, según recoge un reportaje publicado ayer en el que desgranan que este hombre echó mano de un libro y de vídeos de autoayuda ante el comportamiento de su ex tras el divorcio. Y que fue a la consulta del psicólogo autor de los mismos.

Esta semana se conocía también una denuncia que presuntamente la madre de Diana y ella misma presentaron en Madrid tres meses antes de la desaparición. En ella la joven relataba que su padre la había retenido en casa y le quitó el teléfono móvil para que no pudiera hablar con su madre, a la que, dijo, definió como "psicópata". No fue hasta el día siguiente, según la citada denuncia, cuando pudo por fin recuperar su móvil. El día que trascendía aquello la madre también acusaba a su ex, a través de un programa de Telecinco, de "maltrato físico y psicológico". Y en esa tensa jornada Juan Carlos Quer respondería después desde Ribeira, a donde había ido para acompañar a Valeria, que declaró y se sometió a un reconocimiento forense en la causa por su custodia. Se definió como un "buen padre" y un "señor" que hasta su divorcio nunca había tenido problemas con la Justicia, añadiendo que las "nueve o diez" denuncias que le caerían después se "archivaron" sin excepción. "Lean entre líneas", decía a los periodistas.

Abogado

El abogado de López-Pinel ha calificado en numerosas ocasiones de "inoportunas" las declaraciones del exmarido sobre ella. El letrado se ha afanado en reiterar que la relación de la mujer con sus hijas es muy buena y niega hasta la saciedad una presunta fuga de hasta tres días que habría protagonizado la ahora desaparecida en abril. Sobre la visita de la Guardia Civil al chalé madrileño de su representada, que se prolongó seis horas hasta la madrugada, la contextualizó como "un diálogo sobre la investigación" del paradero de su hija. Fue para "recabar información", añadió, negando un "interrogatorio formal". Él no estuvo aquel día en la vivienda. Sí viajó a Ribeira, donde este viernes esta madre declaraba por la causa de la custodia de Valeria. Lo hizo en calidad de investigada. Ante los focos, tras tres horas de interrogatorio, se mostraba optimista: "Confío en abrazar a Valeria y a Diana; a las dos".

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