El terremoto de ayer en Italia sorprendió a Sarai Bacelar en la localidad de Rimini. Esta población se encuentra en la región de Emilia-Romaña y a tres horas en coche de la provincia de Rieti, epicentro del seísmo. Esta joven de 25 años, natural de Cangas de Morrazo, cuenta que "alrededor de las tres y media de la mañana estaba trabajando cuando de repente las lámparas del techo comenzaron a moverse".
Tanto ella como sus compañeros de la clínica psiquiátrica donde trabaja "pensamos al principio que no era nada". Sin embargo, en cuanto encendieron la televisión "nos dimos cuenta de la gravedad de los que había pasado", señala. En los poco más de dos años que Sarai lleva residiendo en Italia cuenta que "ya he vivido tres terremotos, pero ninguno como este".
Pese a que la costa italiana del mar Adriático es una zona de alta actividad sísmica", Sarai explica que "los edificios no están preparados aquí para aguantar un terremoto tan potente". Los italianos de los que se rodea en su día a día "se quejan mucho de esta situación y de que no se hace nada para remediarlo", señala.
Las horas posteriores al terremoto fueron agónicas para esta joven. Sarai cuenta que "la televisión italiana no paraba de dar cifras donde solo seguía subiendo el número de muertos". Sin embargo, afirma que "lo peor está por llegar" con el desescombro de las poblaciones que han quedado derruidas por un terremoto que alcanzó una magnitud 6 en la escala de Richter.
En Rimini, Sarai cuenta que no se produjo "ningún destrozo de importancia, pero que la gente sí se llevó un gran susto". Esta canguesa afirma encontrarse en perfectas condiciones y dispuesta a retomar "con total normalidad" su vida en Italia.
