El crimen machista que costó la vida a Divina Mendes, una mujer brasileña de 46 años de edad asentada en Vigo y que murió a manos de su expareja, el vigués Diego Pedrido de 31 años, en septiembre del año pasado, llega a sus última fase en instrucción. La magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer ha solicitado una valoración de imputabilidad del acusado. El objetivo es saber si tiene la voluntad y el conocimiento conservado y es apto para ser juzgado, extremo que en ningún momento se ha cuestionado hasta la fecha y que ni su defensa ha solicitado. Todo apunta que con esta prueba se pretende descartar cualquier tipo de problema psíquico para cerrar ya la instrucción.

El joven, que al entregarse en la comisaría de Vigo confesó que había matado a Divina, declaró en su día en el juzgado que la pateó en el suelo y que antes de abandonar el domicilio comprobó que no tenía pulso. Manifestó que perdió el control después de que la víctima le asestase "dos puñetazos" en la cara durante una discusión. Diego Pedrido no recordaba qué pasó justo después, ya que la siguiente imagen que recuerda es con la mujer tirada en el suelo y el pegándole patadas en la cabeza. Tampoco recuerda haber intentado estrangularla, como demuestran las marcas de sus manos en el cuello de la mujer. Y es que como estaba bastante nervioso aquella tarde, asegura que Divina le dio varias pastillas rosas para que se tranquilizara.

El homicida confeso sigue en prisión provisional en la cárcel de A Lama a la espera de que concluya la instrucción y se fije la fecha del juicio. Inicialmente se enfrenta a un delito de asesinato con la agravante de alevosía, ya que se habría prevalido de la "total indefensión" de la víctima. La clave de esta calificación, que de mantenerse por el fiscal supondría enfrentarse a una pena de entre 15 y 25 años de prisión, la habría dado la autopsia. Las pruebas demuestran que la causa del fallecimiento fue de tipo mixto: por un lado traumático, por las numerosas patadas que recibió en la cara, y por otro asfíctico, ya que también fue estrangulada.

La juez de Violencia sobre la Mujer de Vigo ha tomado declaración en las últimas semanas a los testigos del caso, entre los que se encuentran varias vecinas del edificio de la calle López de Neira donde residía Divina Mendes y ocurrieron los hechos. Los vecinos oyeron los golpes, y una de ellas pensó que eran con un "balón" por lo que llamó en dos ocasiones a la puerta del piso sin que nadie le abriese. Después, desde su casa, sintió dos portazos en momentos distintos de alquien que abandonó la vivienda.

Este relato concuerda con el de Diego Pedrido, quien explicó que tras comprobar que Divina estaba muerta cogió el ordenador, sus dos teléfonos móviles, el de la víctima y las llaves del piso de ésta, momento en el que se marchó aunque tuvo que volver porque se había olvidado allí las llaves del domicilio de sus padres.

Pedrido se marchó de casa de Divina sobre las 20.30 horas en la furgoneta de su trabajo y se entregó dos horas después en la comisaría anunciando que había matado a su novia. En esas horas en blanco, el joven sufrió una accidente en una rotonda de Camposancos. Se bajó, abandonó el vehículo y huyó andando, hasta que paró a un conductor y le pidió que le llevara a comisaría porque había matado a su novia.