El millonario portugués Carlos Inácio Pinto, acusado de intentar asesinar a martillazos a su mujer en un hotel de Vigo el pasado 2 de mayo, se encuentra ya el ala penitenciaria del Hospital de Pontevedra tras recibir el alta en el Álvaro Cunqueiro de Vigo, donde fue hospitalizado al sufrir una crisis de la afección coronaria que padece durante el violento episodio.

La titular del Juzgado de Violencia sobre la mujer de Vigo, que ordenó su ingreso en prisión provisional sin fianza por presunto intento de asesinato, ha blindado a la víctima con una orden de protección europea. La orden, solicitada por la perjudicada, prohíbe al millonario comunicarse o ponerse en contacto con su mujer por cualquier medio: mensajes, cartas, teléfono... Y también le impide acercarse a ella a menos de 500 metros. Una situación que no hay riesgo de que se produzca mientras no salga en libertad. El ámbito de la prohibición de comunicaciones y contactos se extiende a todos los países europeos y da cobertura a la víctima tanto en Rumanía, su país de procedencia, como en Portugal donde residía con su marido.

La joven, 30 años menor que su esposo, un ingeniero millonario de 56 años que vive de rentas, procede también de una familia acaudalada. Sus padres están ahora con ella en Portugal y ayer la acompañaron a reunieron con abogados lusos en representación de ambas partes de la pareja para abordar el divorcio de Carlos Inácio Pinto y la joven. En principio ambas partes tienen intención de separarse, si bien en la reunión, al parecer, se pretendía alcanzar también algún tipo de pacto de cara a la acusación por presunto intento de asesinato, aunque finalmente los letrados no llegaron a ningún acuerdo en este sentido y han quedado en mantener nuevas conversaciones, según desvela el Jornal de Noticias.

Mientras tanto la instrucción de la causa, abierta como sumario porque la condena a solicitar para el millonario luso superaría los 9 años de prisión, sigue avanzando en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer en Vigo y la Policía Nacional ultima su investigación. La joven de 26 años, que se quedó en estado de shock tras el ataque, declaró en su día ante la juez asistida por una intérprete y asesorada por una abogada de oficio, que el ataque de su marido fue totalmente sorpresivo y que nunca antes había sufrido ningún episodio de maltrato. Todo lo contrario, aseguró que su matrimonio, hasta ese momento, había sido "ideal". Tras siete años de relación, se casaron hace apenas seis meses y disfrutaban de un alto nivel de vida con numerosos viajes dado el alto poder adquisitivo que tenían.

La víctima manifestó que a primeras horas de la mañana del pasado 2 de mayo, mientras se echaba leche corporal en el cuarto de baño, Carlos Pinto la atacó por sorpresa y por la espalda con una maza de cantero hallada en la habitación, donde también había cinta de embalar. La joven presentaba cuatro grandes cortes en la cabeza, otro en el tobillo y varias contusiones. El hecho de que Carlos Pinto, con serios problemas legales por fraude fiscal y blanqueo en su país, no tuviera ninguna herida, ni siquiera defensiva, da poca credibilidad a su versión de que fue su mujer quien le atacó y él actuó en defensa propia.