Carlos Inácio Pinto, el millonario portugués de 56 años de edad sobre el que pesa una orden de ingreso en prisión condicional sin fianza acusado de intentar asesinar a su joven esposa, de 26 años, en la habitación de un hotel de Vigo con una maza de cantero, niega los hechos que se le imputan y no entiende porqué ella le denuncia.

En la UCI del hospital Álvaro Cunqueiro, donde permanece ingresado por el problema coronario que sufrió tras el episodio violento, declaró durante cuatro horas el viernes ante la magistrada de Violencia sobre la Mujer de Vigo y la comisión judicial que se desplazó hasta allí para interrogarle. Tras negar que intentara matarla a martillazos, como ella aseguró cuando salió desnuda y ensangrentada al pasillo pidiendo ayuda, ofreció una versión que en principio resulta "inverosímil" con el resto de indicios. Su relato, al parecer, no tiene nada que ver con lo ocurrido y sus explicaciones no convencieron ni a la magistrada ni al fiscal, pues se ordenó su ingreso en prisión.

De momento sigue en la UCI del hospital vigués Álvaro Cunqueiro por falta de equipos médicos en el ala penitenciara del Hospital Provincial de Pontevedra, donde debía ingresar por orden de la magistrada de Vigo. El traslado al módulo sanitario no se pudo realizar, por recomendación de los médicos que carecen de los equipos médicos necesarios para la afección cardíaca del Inácio Pinto.

De momento no se ha solicitado ningún informe forense ni examen médico a mayores por parte del juzgado que investiga lo ocurrido. La magistrada considera que hay indicios suficientes para enviarlo a prisión provisional. Así, el hecho de que el arma utilizada fuera una maza de cantero (un martillo que por el lado contrario lleva un pico) y que la mujer fuera atacada por la espalda y por sorpresa mientras se daba crema corporal en el baño, apuntan a un intento de asesinato premeditado.

La pareja, con un elevado tren de vida, inició su convivencia hace siete años si bien se casaron hace sólo seis meses. La mujer recibió varios cortes en la cabeza que ella atribuye a su marido, de quien pidió una orden de alejamiento.