Alexis Macía era un experimentado submarinista. Cuando el sábado se sumergió en el agua con un compañero para descender a 50 metros de profundidad hasta el Mar de Marín utilizó una modalidad que conocía a la perfección, el buceo técnico. ¿En qué consiste? De reciente popularización, es una técnica que requiere de un nivel alto previo en buceo deportivo, de sólida formación y de conocimientos amplios de las técnicas específicas, obligando además a una planificación rigurosa en cada inmersión. "No es un buceo deportivo avanzado; es una cosa seria y una modalidad que no admite ni improvisación ni fallos", afirma Eutimio Rodríguez, experto buceador e instructor que a sus 72 años sigue en activo.

El buceo deportivo, el más conocido y popular, se practica con botellas con aire. Legalmente no permite sumergirse más de 40 metros -de forma muy excepcional el límite se amplía a los 55-. Para más profundidad está el buceo técnico. "Aquí se emplean mezclas de oxígeno con otros gases", describe Rodríguez. Es muy habitual la de oxígeno, helio y nitrógeno (Trimix). Y en cada inmersión la combinación de estos gases hay que ir adaptándola a las circunstancias, a la profundidad..., lo que obliga a ir equipado con varias botellas. "Hay mezclas para el trayecto, para la estancia y para la vuelta", explica este instructor como ejemplo de la complejidad de estos descensos.

Y a la experiencia y la técnica se une el estado de cada uno. "En esos entornos nos ponemos a prueba; igual que no todo el mundo aguanta subir al Everest, aquí ocurre lo mismo", señala, apuntando otros factores que también pueden resultar fatales como sufrir "una indisposición".