La mujer que fue hallada muerta en el Parque de María Luisa de Sevilla murió desangrada tras los abusos sexuales que sufrió por un hombre con el que no tenía relación mientras estaba aletargada por los fármacos que había ingerido con intención de suicidarse, han informado a Efe fuentes judiciales.

La víctima, de 31 años, fue localizada la mañana del pasado 24 de febrero por un viandante y la Policía detuvo el 8 de marzo a un hombre acusado de los delitos de homicidio y de agresión sexual.

El juzgado de instrucción 16 de Sevilla, que lleva el caso, tiene previsto realizar mañana una reconstrucción de los hechos una vez que el detenido, F.M.S., un sevillano de 46 años con antecedentes penales, sea puesto a disposición judicial, han añadido las fuentes.

Los análisis toxicológicos han determinado que la mujer murió desangrada y que los fármacos que había ingerido no le hubieran provocado la muerte, han precisado las fuentes.

Las muestras de ADN recogidas en el parque y en la víctima y las pruebas acumuladas por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional permiten asegurar, según las mismas fuentes, que el detenido abusó sexualmente de la mujer.

En este sentido, la portavoz de la Policía Nacional, Celia Muñoz, explicó que las muestras de ADN tomadas en el lugar del suceso han ayudado a cerrar las líneas de investigación abiertas por diferentes servicios policiales que han esclarecido este presunto homicidio y asalto sexual.

El arrestado aprovechó el estado "de seminconsciencia y de cierto aletargamiento" en el que, según la portavoz policial, se encontraba la chica tras haber ingerido medicamentos para intentar suicidarse para abusar sexualmente de ella, causándole graves lesiones que le ocasionaron una gran pérdida de sangre y su posterior muerte.

El cuerpo sin vida de la joven de 31 años fue hallado el 24 de febrero por un viandante que paseaba por el parque pasadas las 10 de la mañana.

Una vez se recibió el aviso, las unidades especializadas en estos casos de la Policía Nacional se personaron en el lugar.

Desde ese momento se activó un protocolo específico, con un área de seguridad en torno a la fallecida para salvaguardar las posibles pruebas del delito que hubiera cerca de la víctima.

El cuerpo de la joven presentaba signos de agresión sexual, algo que confirmó la posterior autopsia y que en un principio no se había detectado porque el cadáver estaba con los pantalones puestos.

La investigación, llevada a cabo por el Grupo de Homicidios de Sevilla, permitió averiguar que la noche anterior, la víctima se dirigió andando hacia el parque de María Luisa, y una vez allí ingirió una serie de medicamentos que le provocaron un estado de aletargamiento que mermó su capacidad física y psíquica.

Este momento fue aprovechado por un individuo que se encontraba en el parque para acercarse y agredir sexualmente a la joven con suma violencia, llegando a provocarle heridas por las que sufrió una importante pérdida de sangre.

Según las hipótesis barajadas por la Policía, el agresor no tenía ningún vínculo con la víctima, la encontró de manera fortuita y aprovechó su aletargamiento para cometer los delitos, algo que hacía más complicada la labor de su localización.