Una enorme avalancha de lodos, rocas y árboles arrastrados por la ladera de un monte sepultó ayer un tramo de la carretera nacional N-555 (Redondela-Peinador) a la altura de la parroquia de Santo Estevo de Negros, en Redondela. El espectacular desprendimiento, del que todavía se desconocen las causas, anegó tras casas en las que la fuerza del torrente derribó los muros de cierre y afectó a cuatro coches que se encontraban estacionados en la zona. Dos de ellos fueron arrastrados decenas de metros hasta quedar varados en medio de una finca, aunque por fortuna no se registraron daños personales.

Los hechos se produjeron sobre las once de la noche del viernes, cuando los residentes de la zona escucharon un gran estruendo. Al asomarse a las ventanas no podían creer lo que veían. El pequeño camino que baja del monte junto a sus casas se transformó en un torrente salvaje que arrastraba todo lo que encontraba a su paso. "El coche de mi mujer salió flotando, como si fuese un barco de papel, y se cayó por un desnivel de tres metros hasta parar en una finca cercana. Nunca imaginamos que podía pasar algo igual, era una cascada tremenda que caía del monte", asegura José Ramón Agrafogio, que reside en una de las casas afectadas.

Otro de los vecinos, al que el agua anegó la cocina de su vivienda y se llevó la rampa de piedra de acceso a su finca, salvó por fortuna su coche. "Lo protegió la casa, si llego a estar un par de metros más adelante se lo lleva el torrente", apunta.

Aunque se desconoce el origen de la avalancha, los residentes de la zona creen que pudo reventar alguna poza de regadores que se encuentran en el monte o una bolsa de agua formada en un antiguo vertedero cercano en la zona alta.

Tanto la carretera como las fincas quedaron cubiertas de rocas y troncos. Los operarios del servicio de conservación de Carreteras del Estado desplazaron hasta el lugar una pala y trabajaron toda la madrugada para despejar la calzada, que se reabrió a la circulación por la mañana, aunque solo en sentido descendente.

Por otra parte, en el casco urbano de Redondela el río Maceiras se volvió a desbordar ayer otras dos veces anegando de nuevo los bajos y garajes, aunque en esta ocasión la crecida fue menor que el viernes y solo afectó a la zona del Salgueiral. La primera vez fue sobre las cuatro de la madrugada y la segunda por la tarde, para desesperación de los residentes de la zona que pasaron toda la mañana achicando el agua de sus propiedades con bombas.

Las labores de limpieza contaron con la colaboración del Grumir, voluntarios de Protección Civil y el grupo de apoyo logístico de la Axencia Galega de Emerxencias. Durante la mañana trabajaron de forma simultánea una treintena de bombas para evacuar el agua de los garajes. Durante la jornada se produjeron en el municipio numerosas incidencias por caída de muros y desprendimientos, entre los que también destacó uno en la salida de Cesantes por la N-550.