El principal acusado por la tragedia del Madrid Arena, el empresario Miguel Ángel Flores, negó ayer ante el tribunal que juzga a lso 15 imputados en la Audiencia de Madrid el sobreaforo del pabellón en el que murieron cinco chicas en una avalancha de personas el 1 de enero de 2012 y aseguró que no tenía competencia en seguridad, sino que le correspondía a la empresa Seguriber, contratada por Madridec. En la sesión de ayer, se proyectaron tres vídeos, uno con imágenes inéditas que muestran el horror, la angustia y la desesperación que se vivieron durante veinte largos minutos. Sólo la madre de una de las víctimas acudió a la vista.

Al empresario sin embargo las cuentas no le salían. Admitió haber encargado 17.500 entradas, siete mil por encima del aforo, aunque indicó que no vendió más de 12.000. Ofreció cifras y datos contradictorios, pero siempre tratando de dejar claro que la responsabilidad en la planificación y desarrollo del evento recaía en el Ayuntamiento, a través de Madrid Espacios y Congresos y Seguriber. Primero declaró que se habían vendido un total de 9.650 entradas, para más tarde asegurar que las físicas eran 5.650, y las digitales, 5.578, lo que hace 11.228. "No salen las cuentas", dijo la fiscal, que sostiene que permitó el acceso a 23.000 personas.

Indicó que nunca le enseñaron un Plan de Autoprotección, que el recinto no tenía licencia de funcionamiento, que no le advirtieron de distribuir el aforo por plantas. "No acuso al Ayuntamiento, sino a las personas que conocían en 2010 que las cosas se hacían mal y que a mí me lo hacían hacer mal", explicó, sin asumir responsabilidades.

Y sobre el servicio médico, aseveró que no era su obligación contar con él. Atribuyó "el problema" (la avalancha) a una "cuestión de flujos", pero no de aforo. "He hecho 33 eventos allí y nunca pasó nada", finalizó. El juicio continúa hoy con la declaración del resto de imputados.