María Inmaculada Cendón Rodríguez, la mujer de 56 años presuntamente asesinada con un cuchillo jamonero en su piso de la calle Zamora de Vigo por el menor de sus dos hijos, Ramón Martínez Cendón, de 27 años, presentaba entre ocho y diez puñaladas, localizadas principalmente en la zona del abdomen, aunque también tenía una herida de arma blanca en el cuello. No había señales de lucha ni lesiones que indicasen que la víctima pudo defenderse, y la vivienda estaba en perfecto orden, lo que hace sospechar a la Policía Nacional que el ataque,en el salón, pudo ser repentino. El joven, que confesó el crimen aparentemente tranquilo primero a una vecina del edificio y a continuación al primer policía que se personó, al que le manifestó que acababa de matar "al demonio", fue trasladado tras su arresto al Hospital Álvaro Cunqueiro de la ciudad olívica. Allí ingresó en la Unidad de Psiquiatría, donde permanecerá un mínimo de una o dos semanas antes de que pueda pasar a disposición judicial ya que, según fuentes conocedoras del caso, presenta un aparente brote psicótico y delirios. Los médicos, en todo caso, aún no establecieron diagnóstico definitivo.

La fallecida, separada y que trabajaba desde joven en labores de oficina en Citroën, tuvo problemas de violencia familiar por parte de sus dos hijos, según consta en las bases de datos policiales y judiciales y a tenor del relato de vecinos. Al que acabó con su vida, la mujer lo había denunciado hacía diez años por presunto malos tratos, diligencias de las que se hizo cargo la Fiscalía de Menores, ya que el chico tenía entonces 17 años. Y el hijo mayor, de más de 30 años, tuvo dos órdenes de alejamiento con respecto a la víctima, si bien ninguna de ellas estaba ya en la actualidad en vigor.

La alerta por el crimen -el quinto de un 2015 que está resultando especialmente trágico en Vigo- se recibía poco después de las once de la noche del domingo. El homicidio ocurrió en el piso 4D del número 57 de calle Zamora. "He matado a mi madre", confesó Ramón a una vecina de la tercera planta tras llamar a su vivienda. No dio más explicaciones. La mujer lo dejó entrar al salón y dio la alerta de inmediato. "Acabo de matar al demonio", le dijo después a un policía local. Estaba tranquilo, según fuentes policiales. Fue él mismo quien entregó las llaves de la vivienda a los agentes, que, tras entrar en la casa, hallaron a la víctima en el salón, tirada sobre la alfombra y boca arriba. El cuchillo estaba en esa misma estancia. El piso estaba ordenado, no había nada revuelto ni signos de forcejeo, y apenas había restos de sangre. Los sanitarios ya no pudieron hacer nada por reanimar a la mujer.

Una clave de este crimen que instruye la titular del Juzgado de Instrucción 3 de Vigo, Marisol López, la dará la autopsia. El delegado del Gobierno en Galicia, Santiago Villanueva, apuntó que la víctima tenía entre "siete y ocho puñaladas". Otras fuentes elevaban a un "mínimo" de diez las heridas de arma blanca, si bien matizaron que en algún caso podrían ser escoriaciones, agregando que el examen forense definitivo dará respuesta exacta a esta cuestión.

También será determinante la valoración que sobre el detenido hagan los psiquiatras del Álvaro Cunqueiro. Aunque, según fuentes del caso, hace tiempo el chico habría ido a un especialista, no constan antecedentes de enfermedades mentales ni seguía ningún tratamiento. Los agentes tampoco encontraron pastillas para estas patologías en la casa si bien otras fuentes de la investigación aseguran que consumía drogas. A raíz de su ingreso este domingo -internamiento que el juzgado iba a ratificar ayer-, se le puso tratamiento y medidas de sujeción por el estado que presentaba. Por el momento, no está en condiciones de declarar. En el análisis psiquiátrico, además de determinar un diagnóstico, habrá que determinar si cometió el crimen bajo la influencia del brote.

El domingo del crimen, al mediodía, el joven fue a comprar el pan. Más tarde bajó con su madre. Compraron caramelos en la misma panadería. "Ella iba en chándal, dijo que iban a andar", afirman en la zona.