Una "trabajadora incansable" que trató de sacar adelante a sus hijos tras su separación, ocurrida hace ya "quince o veinte años", pero que estaba "amargada" por culpa de ellos. Éste es el retrato que hacían ayer sobre la víctima algunos vecinos. "Siempre estaba a correr, para hacer la compra, para hacer la comida, era sonriente; de su vida no sabíamos nada", cuentan por su parte en un estanco al que iba a diario. "Se veía que tenía sus problemas, pero aquí siempre entró con buena cara", relatan en otro negocio. Otra mujer que conocía bien a la familia cree que se "avergonzaba" por la situación de presunta violencia que sufría por parte de sus hijos. "Yo la veía como una persona triste, que andaba con la cabeza agachada; es la historia de una muerte anunciada", opina. El mayor de los hijos, según fuentes vecinales, fue condenado hace varios años e ingresó en prisión por maltrato a una joven con la que tuvo una relación. La chica tuvo medidas de protección.

Aunque algunos vecinos señalaron que la noche del crimen escucharon gritos, otros del mismo edificio aseguraron que no oyeron nada anormal. "Fue una sorpresa, nunca escuché jaleo", afirmaba un hombre. "Nunca percibí nada extraño", decía otro. Lo ocurrido llevó ayer al Concello vigués a convocar un acto para guardar varios minutos de silencio. El alcalde Abel Caballero circunscribió el suceso en el ámbito de la violencia machista y destacó la importancia de denunciar cualquier maltrato.

El hijo mayor de la víctima llegó ese domingo a la casa cuando ya estaba allí la Policía y tuvo que ser atendido en una ambulancia.