"Mi madre era una persona mayor, débil, que utilizaba un bastón para caminar; es imposible que se colgase de una ventana y se tirase ella; fue él [en relación al marido de la mujer, con el que se había casado en segundas nupcias] quien la arrojó; es un criminal y debe ser juzgado para que pague por lo que hizo". Sin poder contener las lágrimas, así se manifestaba ayer Paulo, el hijo de María José Rodrigues Fernandes, la septuagenaria natural de Chaves (Portugal) fallecida al caer desde un tercer piso desde la vivienda del barrio vigués de O Calvario donde residía con su esposo Alberto José V.G., de 62 años y que fue detenido como sospechoso de este crimen de violencia de género, el tercero en Vigo en menos de dos meses. De forma previa a la caída, en el piso hubo un episodio violento: la casa estaba revuelta y dos vecinas, según sus relatos, escucharon golpes y los gritos de la víctima rogando al hombre que no le pegase. El hijo de la fallecida acudió al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo para los trámites para hacerse cargo del cadáver de su madre y poder incinerarla, pero la entrega del cuerpo todavía se retrasará unos días.

"Mi madre estaba en trámites de separarse de él, todavía el martes había hecho gestiones; tengo constancia de que había sufrido malos tratos psicológicos, no físicos. Pero últimamente [el detenido] tuvo algunos episodios violentos, no con mi madre, pero son actos de los que la Policía tenía constancia", ahondó el hijo de la víctima, que confiesa que, pese a los problemas, nunca se imaginó el fatal desenlace ocurrido la madrugada del jueves.

Y ayer trascendió que María José había solicitado ayuda a los servicios sociales del Ayuntamiento de Vigo, aunque rechazó alojarse en el centro municipal de emergencia de atención a las víctimas: llegó a comer y a pasar unas horas, pero nunca se consiguió que se quedase a dormir. El alcalde de Vigo, Abel Caballero, explicó que la mujer, que pasó primero por el centro de información de calle Romil, fue atendida por los servicios de Igualdad del Concello hace unas tres semanas y la remitieron al centro de emergencia, donde no quiso quedarse a dormir. Una semana después regresó, y de nuevo intentaron convencerla sin éxito "de que no debía irse a su casa porque estaba en situación de violencia". Incluso se habló con familiares de ella. La última vez que María José fue al ayuntamiento fue este martes, dos días antes del suceso, cuando dijo a la concejala de Igualdad y a un técnico del ámbito social que "su marido se había ido y, por lo tanto, podía regresar a su casa". Durante este periodo, y según el regidor, "dormía alguna vez en la casa del párroco" e iba consiguiendo "acomodo" porque "no quería estar en el centro municipal". "Se hicieron todos los intentos para convencerla y desafortunadamente no aceptó", afirmó.