Cientos de vecinos de Cambre y Carral acudieron ayer a los funerales de seis de las siete víctimas mortales del accidente del Rally de A Coruña. Y las iglesias se llenaron de flores, de lágrimas y de miradas al cielo en busca de una explicación que a la tragedia que, desde el sábado ha marcado sus vidas.

El siniestro en el rally truncó las vidas de siete jóvenes de la comarca coruñesa. La mayor de las víctimas, Sandra Ares, tenía 37 años. Y dos eran menores: la hija de Sandra, de 14 años; y la pequeña de diez años que falleció en la noche del domingo.

El accidente sacudió con especial virulencia a dos concellos, Carral y Cambre, de donde eran vecinas las siete víctimas mortales y donde en varios hogares hubo más de un fallecido o herido. De Carral son cuatro de los finados y de Cambre, los otros tres, además de los dos heridos que permanecen ingresados en estado de mayor gravedad.

El fallecimiento de Sandra y su hija conmocionó a los vecinos de Tabeaio, la parroquia de Carral de la que son vecinas. También del ayuntamiento de Carral, de Val de Barcia, es Marcos Prego, de 35 años, que trabajaba en el Grupo Caamaño, con naves ubicadas en el vecino concello de Culleredo. Prego trabajaba allí con su compañero Dani Couso, de A Barcala, con quien acudió a ver el rally y que permanece ingresado en estado grave, igual que su hijo.

A dos familias unidas por sus hijos sacudió la muerte de Miguel Caridad y Ana Cayazzo, que esta semana esperaban tener a su primera hija. El joven, que ayer habría cumplido 24 años, es de una familia del centro de Cambre conocida, en gran parte, porque su abuelo había sido enterrador.

Cambre perdió también a Laura Dubra, de 20 años, de una conocida familia de Anceis, propietaria de una empresa de alquiler de tractores y de una casa rural en Herves, en Carral.