La mujer y la suegra de Javier Fernández aseguran que la actitud agresiva que éste presentó ayer fue consecuencia de su trastorno bipolar que había dejado de tratar por prescripción médica. "No era un maltratador, estaba enfermo y me lo han matado" aseguraba ayer la mujer del fallecido, que por la tarde prestó declaración en el cuartel de la Guardia Civil.

La mujer considera que los agentes no actuaron adecuadamente. "Yo y el bebé estábamos fuera a salvo, no era necesario que entraran y lo mataran" ,apunta.

La suegra culpa de lo ocurrido al médico que le había dado el alta médica a Javier. "La culpa es del psiquiatra que le quitó el tratamiento y le dio el alta a pesar de que su madre y mi hija le insistían en que necesitaba medicación" ,aseguró.

Ambas indicaron que desconocían el estado de gravedad de Javier hasta que les notificaron su muerte. "Nosotras creíamos que le habrían disparado en un pie para frenarlo pero nunca en la barriga", comentó ayer la suegra del fallecido que acudió por la tarde al hogar familiar para limpiar los restos de sangre del pasillo y dar de comer a los dos perros y al gato de la familia.

"No sé si falló el protocolo o lo que falló pero no tenían que enviar a la Guardia Civil , tenían que haber enviado a un experto en tratar con personas con su enfermedad para que fuesen capaces de tranquilizarlo", lamentaba la suegra del fallecido. Según añade, el hombre comenzó a empeorar hace casi dos meses cuando su mujer dio a luz, y ella y el bebé estuvieron en peligro. "Pensó que se moría su mujer y su hijo, pasó tres días durmiendo en el hospital y eso le afectó muchísimo", matiza su suegra, quien lo define como "un chico muy cariñoso, siempre estaba dando besos y abrazos, no bebía, no fumaba, era vegetariano, tenía trabajo... lo único que tenía era esa enfermedad de la que tenía que estarse tratando", comenta. Califica lo ocurrido como "una muerte anunciada, que se venía venir y se pudo haber evitado".