El juicio contra un exprofesor del CEIP Curros Enríquez de Celanova acusado de seis delitos continuados de abusos sexuales se celebró ayer a puerta cerrada en la Audiencia Provincial de Ourense y continuará hoy con la declaración de los psicólogos y las conclusiones de las partes. El fiscal solicitó 5 años de prisión por cada una de las seis supuestas víctimas de los tocamientos en el centro escolar y la acusación particular que representa a una de las víctimas, 4. La defensa pidió la libre absolución en base al testimonio exculpatorio del acusado M.A.G., que declaró que tales abusos "nunca existieron", según relató al término de la primera sesión su abogado. Las seis menores, que declararon en calidad de testigos y sin biombo, ratificaron su testimonio ante el tribunal.

Los hechos ocurrieron durante el curso 2011-2012, cuando las menores cursaban quinto de Primaria, por lo que tenían entre 10 y 11 años de edad. La denuncia partió de una de ellas y se sumaron otras cinco, si bien la Inspección Educativa no tuvo conocimiento de lo sucedido por Fiscalía, sino de una manera "poco común". El inspector actualmente jubilado, Daniel Barata, explicó que le llegó "una queja verbal a través de un vecino que lo oyó y me llamó". Las menores afirmaban que el profesor de Matemáticas las besaba en la boca cuando hacían bien los deberes y los exámenes y que en ocasiones les metía la mano por dentro de la camiseta y les frotaba la barriga. Según la acusación pública, supuestamente lo hacía situándose detrás de las alumnas "simulando una carantoña o un juego sin implicación sexual". A una de las niñas, apunta la fiscal, la tocó al menos en dos ocasiones por dentro del pantalón. En todos los casos, el profesor habría actuado, según ella, "guiado por el ánimo de obtener una satisfacción sexual".

Esto habría sucedido varias veces tanto en el aula como en el patio y el comedor del centro escolar. Ante estas acusaciones, el inspector de la Consellería de Educación solicitó la intervención del equipo específico de orientación y se abrió un expediente administrativo estrictamente confidencial que finalizó con el apercibimiento escrito al profesor "para que las manifestaciones de afecto se adecuasen a la madurez de las alumnas", pero sin imponer medidas disciplinarias. De hecho, ni siquiera se trasladó el informe a Fiscalía, sino que fueron los padres, un tiempo después, los que presentaron la denuncia.

La vista oral se celebra a puerta cerrada pero esto no ha impedido que decenas de personas, la mayoría miembros de la comunidad educativa del Curros Enríquez y testigos, acudiesen ayer a la Audiencia para seguir de cerca el proceso. Además de las menores implicadas declararon las orientadoras que realizaron el estudio, la directora, el jefe de estudios, otros miembros del equipo docente, personal del centro, padres y alumnos.

El letrado de la defensa, José Manuel García Sobrado, destacó al término de la sesión que "ni uno solo de los testigos vio nada de lo que las niñas denuncian a pesar de que según ellas sucedía en la clase, el patio o el comedor". También destacó que el informe de orientación "no reveló indicios de veracidad ni secuelas en las menores". Para la defensa resulta "sorprendente que la fiscal no hubiese retirado la acusación" y criticó la "indecente crucifixión de este hombre", comparando el proceso "iniciado por una cabecilla" con los juicios de Salem aprovechando que el profesor "es un hombre cariñoso y efusivo".

La acusación particular representada por Adolfo Diz anunció ayer que impugnará el informe de orientación por ser "claramente partidista" y criticó que Educación "no hablase en ningún momento con las víctimas". También reprobó que la directora del centro en lugar de limitarse a declarar que no vio nada entrase a calificar a una de las menores como "problemática". De hecho, estudiará posibles acciones por esta afirmación.