Nerviosa, gesticulante, levantándose de su silla, llorando y suplicando ante el juez. Así se mostró Rosario Porto en su primera declaración ante el magistrado José Antonio Vázquez Taín antes de ingresar en prisión imputada por el crimen de su hija Asunta, un asesinato del que este mes se cumplirá un año. "¡Créame, señoría!", imploró en aquel interrogatorio. Ella y su exmarido Alfonso Basterra entraron en septiembre de 2013 en la cárcel coruñesa de Teixeiro, donde continúan en la actualidad a la espera del juicio que se celebrará en los próximos meses en la Audiencia compostelana, ya que la instrucción ya concluyó. El fiscal pide para cada uno una pena de 18 años de prisión.

En el primer interrogatorio se mostró por momentos tranquila, según desvelan las imágenes emitidas ayer por Antena 3. Así estaba cuando pidió agua "del tiempo" ya que sufre "de las cuerdas vocales", o cuando se refirió sonriendo a que ella y su hija se "peleaban" cuando jugaban a las cartas. Pero a medida que pasa el tiempo el nerviosismo se acentúa -se frota las manos compulsivamente, se levanta de su silla...-. Rosario se derrumba y llora cuando el juez le explica el efecto que el Orfidal causó en su hija, señalándole que esta sustancia es tóxica a partir de un índice de 0,3 en sangre y Asunta presentaba 0,68.

"Ella estaba perfectamente", dice sollozando Porto. "Es imposible lo que me dice", le replica el juez. "Me encantaría recordar, pero no soy capaz", afirma la mujer en otro momento de la declaración.