La alerta sobre la posible participación de los padres de Asunta, primero en su desaparición y, tras el hallazgo del cadáver, en el crimen saltó aquella madrugada. La fiscalía considera determinante la denuncia que presentaron en la comisaría dando a entender "que se había tratado de un secuestro"y que Asunta se había quedado en su casa de Santiago haciendo los deberes mientras su madre iba a Teo a recoger unos bañadores. Una versión refrendada por su padre, que la acompañaba, y que se demostró falsa horas después.

La Guardia Civil, poco después del hallazgo del cadáver, pidió a Rosario y a Alfonso que los llevaran a la casa de Teo. "Nada más entrar en la casa, Rosario se dirigió rápidamente hacia una papelera que había en uno de los dormitorios de la planta de arriba en la que ella sabía que había efectos relevantes para la investigación. No consiguió apoderarse de ellos ni alterarlos por la rápida intervención de uno de los funcionarios", relata el fiscal. Entre los efectos se encontraban un trozo de la misma cuerda usada para atar a la niña, una mascarilla y un pañuelo de papel con restos de fluidos orgánicos recientes con ADN mezclado de Asunta y su madre. En la despensa se localizó una bovina de cuerda naranja.

Las acusaciones reflejan en sus escritos que Alfonso, sin que nadie le preguntara, dio una explicación relativa a la cuerda: eran la que utilizaban los jardineros.

También resaltan, tanto el fiscal como la asociación Clara Campoamor, que cuando le pidieron a Rosario que les enseñase los bañadores que había ido a buscar a Teo "ella duda, y Alfonso interviene ayudándole a indicar qué bañadores tenía que mostrar a los investigadores y el lugar donde se encontraban".