Una sospechosa desaparición que, cuatro años después, se convierte en homicidio al hallarse restos óseos que podrían pertenecer a la víctima. El holandés afincado en la localidad ourensana de Petín no se marchó en su llamativo vehículo en 2010, sino que probablemente fue asesinado, como temía su mujer. La investigación está en marcha.

La minuciosa inspección ocular de los agentes de la Guardia Civil en las últimas horas ha dado sus frutos. El rastro ilocalizable durante más de cuatro años desde la desaparición del holandés dejó de serlo el martes con el hallazgo de su vehículo en un pinar de A Veiga calcinado. Después de avistar desde el aire el todoterreno calcinado en el que el desaparecido fue visto por última vez y analizar al detalle en tierra, en busca de huellas y ADN, la Policía Judicial localizaba ayer por la tarde, en la misma zona, los posibles restos mortales de Martin Verfondern. El puzzle del posible asesinato tiene todas las piezas. Faltan los autores.

Aunque la Guardia Civil no descartaba que el holandés hubieses sido enterrado en una zona distinta al lugar en el que se abandonó su vehículo, los agentes encontraron un cráneo y otros huesos en el mismo pinar conocido como Portela do Eixe, un monte de Valdeorras entre los concellos de A Veiga y Carballeda, donde el pasado martes fue localizado su Chevrolet Blazer que exhibe el deterioro propio de varios inviernos y veranos a la intemperie y un habitáculo interior prácticamente calcinado.

La Policía Judicial autorizaba ayer la retirada del vehículo desde el monte de A Veiga, que permaneció acordonado estos días durante las inspecciones, y su traslado hasta el depósito municipal de vehículos de O Barco.

En la misma zona forestal han aparecido más elementos y posibles pertenencias del holandés de 52 años que, antes de desaparecer, había denunciado amenazas y expresado su temor a sufrir alguna agresión.

Los investigadores recogieron ayer una cadena y el trozo de un ordenador portátil. La pista de martín Verfondern se perdió el 19 de enero de 2010, en una rotonda de Petín, donde su Chevrolet fue visto por última vez. El holandés había salido de su aldea de Santoalla para hacer la compra en O Barco de Valdeorras. Después acudió a la localidad de a A Rúa para intentar conectarse a internet con su portátil.

La investigación tiene ahora por delante esclarecer el crimen. Las pruebas de ADN y los exámenes forenses deberán corroborar que los restos óseos corresponden al ciudadano holandés desaparecido. El Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) tiene la unidad de antropología en Verín, donde presumiblemente también serán examinados los huesos.

La Guardia Civil decidió incorporar ayer al rastreo varios perros adiestrados, una vez que el todoterreno fue retirado del lugar donde lo abandonaron. Varios agentes de la Policía Judicial retomaron la inspección durante horas hasta que finalmente dieron con los posibles restos del holandés.