La Audiencia de Pontevedra juzgará la próxima semana a un vecino de Bueu acusado de un presunto delito de abusos sexuales a su hija menor de edad y de su utilización para grabar material de contenido pornográfico. El acusado se enfrenta a penas que pueden llegar a los 17 años de prisión por ambos delitos, además de la prohibición de acercarse a menos de 100 metros o comunicarse con su hija, que ahora es mayor de edad.

El acusado F.J.P.F. cuenta con antecedentes cancelados y no computables en esta causa. Hasta el año 2006 residía en Bueu junto a su mujer y su hija, que en aquel momento tenía 13 años de edad. Ese año se trasladaron a una localidad de la provincia de Castellón y fue allí cuando comenzaron los abusos sexuales hacia la chica, según el Ministerio Fiscal. "Aprovechando la autoridad e influencia que como padre ejercía y movido por el deseo de satisfacer su atracción sexual hacia ella (...), cuando contaba con ya trece años, comenzó a someterla a actos de naturaleza sexual", sostiene el escrito de acusación. El fiscal explica que esos abusos incluyeron todo tipo de tocamientos, penetraciones y otras prácticas, aprovechando los momentos en los que la madre estaba ausente del domicilio.

En 2009, la familia decidió que la chica se trasladase nuevamente a Bueu porque "no parecía integrarse bien" en Castellón y pasó a vivir con su abuela materna. A pesar de todo el acusado continuaba con los abusos hacia su hija porque, según consta en el escrito de Fiscalía, "aprovechaba los periodos de vacaciones navideñas y de verano" para continuar con ese tipo de prácticas ya que la joven volvía a reunirse con sus progenitores, ya fuese en Bueu o Castellón. Durante el resto del tiempo se comunicaba con ella por teléfono o por Internet "transmitiendo en persistentes llamadas su deseo sexual por ella y los actos que le gustaría poder hacer con ella". Ese acoso llegó hasta tal punto que en 2010 le enviase a través de Internet videos y fotos de ella con comportamientos de carácter sexual. La joven no fue capaz de denunciar a su padre hasta mayo de 2012 gracias a la ayuda de sus profesores y tras iniciar una terapia psicológica.

Según consta en el escrito de acusación, la joven sufre en la actualidad una serie de trastornos provocados por los abusos.