Un mes después de su ingreso en el centro penitenciario de Teixeiro imputados por el asesinato de la pequeña Asunta, la vida de sus padres en prisión en muy distinta. Rosario Porto, Charito como la conocen sus compañeras del módulo de mujeres, está ya plenamente integrada y empuña fregona y bolso de Prada, además de un amplio vestuario de ropa de marca; mientras que Alfonso Basterra viste por obligación pijama, ya que se encuentra en el hospital penitenciario, como se denomina a la enfermería del penal.

Además de arreglar su celda, a diario Rosario Porto tiene que colaborar en las tareas de limpieza de las zonas comunes, como el resto de las internas. No está acostumbrada a las faenas domésticas, o al menos eso es lo que explicó el primer día que le tocó pasar la fregona. "Nunca fregué en casa", aseguró el primer día, pero en prisión las reglas son las reglas. La limpieza de la sala de televisión o el comedor son algunas de las tareas encomendadas que suelen ser rotativas entre las 70 internas del módulo de mujeres.

No hay privilegios, en contra de lo manifestado por dos internas que enviaron una carta a los medios de comunicación. Ni come sola ni el juez de vigilancia penitenciaria o el fiscal han ido a visitarla. Y eso que, como toda persona en prisión tiene derecho a solicitar una entrevista con ellos, al igual que con el director del centro penitenciario.

El único privilegio del que disfruta Charito no procede de Instituciones Penitenciarias, sino de su vida acomodada en el exterior. Dos semanas después de su ingreso en Teixeiro la excónsul de Francia en Compostela recibió parte del vestuario que tenía en su casa y que es la envidia del resto de compañeras porque se trata de ropa de marcas caras.

Rosario Porto no descuida su aspecto en la cárcel, hace vida normal con las presas pero cada vez que recibe la visita de su abogado o tiene que salir del centro para ir al juzgado se enfunda su carísimo vestuario y un bolso de Prada que la acompaña a donde va.

El caso de Alfonso Basterra es distinto. Ingresado en el hospital penitenciario del centro viste el pijama de la enfermería, obligatorio por cuestiones higiénicas y sanitarias.

Sólo cuando su abogada le visita o cuando debe salir de la prisión de Teixeiro se viste de calle. Hasta para salir al patio lo hacen en pijama aunque abrigados con bata, cazadoras o prendas de abrigo.

Rosario Porto y Alfonso Basterra siguen bajo el protocolo de prevención de suicidios y no se han visto ni comunicado desde que entraron en prisión; ni siquiera lo han solicitado.

Tampoco pudieron hablar entre ellos en el último registro efectuado en la casa familiar de Teo, ni en la comparecencia conjunta que tuvieron aquel mismo día ante el juez Vázquez Taín, instructor de la causa, cuando les comunicó que la imputación inicial de un homicidio se elevaba a asesinato tras recibirse los resultados de las pruebas toxicológicas. Los padres de Asunta aseguran ser inocentes del crimen, pero los indicios sitúan a ambos con Asunta cuando ingirió la dosis de ansiolíticos, prácticamente letal, y a Rosario Porto con la niña en el momento de su muerte.