Maruja, de 84 años, salva como puede, amparando su cuerpo sobre un andador, las distancias y barreras de la casa en la que vive sola en A Veiga das Meás en Ourense. Hace un año un vecino tiroteó a su mujer y colocó notas por el pueblo haciendo evidente el crimen antes de suicidarse. Ayer, los lugareños conversaban preocupados por el asalto violento en mitad de la noche del que fue víctima Maruja. "Vai haber que ter escopetas na casa", expresaban preocupados los vecinos.

La octogenaria permaneció sin luz ni teléfono, con la puerta forzada y las dos estancias de la casa completamente revueltas tras sufrir un atraco a las tres de la mañana. Tres encapuchados irrumpieron en la vivienda después de violentar la puerta de entrada, abordaron a la mujer a punta de pistola en su cama y terminaron consiguiendo 800 euros que tenía en un cajón.

Los tres individuos no tuvieron el menor miramiento con su víctima. Cortaron el suministro de luz y también el teléfono, un servicio que ya no funcionaba en la aldea, al parecer, por un robo de cable de cobre.

Los ladrones la obligaron a salir de la cama y le exigieron el dinero. La señora negó en un principio que guardara efectivo en la casa. Uno de los atracadores la abofeteó, mientras que el que la obligó a levantarse de la cama y a sentarse en el sofá, era el que portaba el arma. "Si no nos dice dónde tiene el dinero, le cortamos una oreja con un cuchillo". Se comunicaron en gallego con ella, manifestó.

Los tres asaltantes empezaron a revolver las habitaciones de las dos alturas de la casa -forzaron dos puertas- y encontraron 800 euros tras inspeccionar los cajones. Incluso vaciaron los cojines rasgándolos a cuchillo. Un vecino y una trabajadora de la limpieza -que hace un año se encontró los cadáveres tiroteados de un matrimonio- la encontraron cariacontecida y llorando ayer por la mañana. La mujer, nerviosa, aún se dolía del asalto en su casa horas después. Antes de darse, los asaltantes le exigieron que no avisara a las fuerzas de seguridad. "Me dijeron que si llamaba a la Guardia Civil volverían a matarme", sollozaba ayer la octogenaria.