El juicio por la muerte del menor de 4 años Diego Novo en el colegio Liceo la Paz de A Coruña durante una clase de natación arrancó ayer con el interrogatorio a los siete acusados. Tanto el socorrista como la monitora de apoyo que en 2009 se hicieron cargo de aquella clase sostuvieron que la piscina estuvo vigilada en todo momento. Pero ambos reconocieron que desconocen cuándo y cómo el pequeño se introdujo en el agua, donde permaneció más de diez minutos, según los médicos que intentaron reanimarlo.

En el banquillo también se sentaron como acusados el coordinador de la piscina, el jefe de estudios, el director técnico y los dos propietarios del colegio. La Fiscalía y la acusación particular, ejercida por los padres del niño, piden para los siete procesados penas de entre tres y cuatro años de prisión por delito de homicidio por imprudencia. Los padres no solicitan indemnización y renuncian a la que pide para ellos el Ministerio público. Los dos dueños del colegio se acogieron a su derecho a no declarar durante el juicio.

Los dos imputados que, según las acusaciones, eran los encargados de vigilar al grupo porque la profesora titular se había ausentado por motivos personales, coincidieron en que cuando terminó la clase y se dirigieron a las duchas en el agua no había ningún alumno. "Nosotros estábamos pendientes de una puerta de los vestuarios, es posible que nos pillase de espaldas si salió por otra puerta", admitió el socorrista, quien, no obstante, aseguró que la monitora se quedó en una entrada del vestuario y que desde allí se ve toda la piscina. "Ese niño no saltó, se metió en el agua despacito pensando que tenía la burbuja puesta. Tenía miedo al agua", indicó para tratar de justificar que su compañera no se percatase de que el menor se introducía en el vaso.

El acusado recalcó que el personal que estaba en el recinto era "suficiente" y afirmó que Diego salió con sus doce compañeros del agua al terminar la clase y que les sacó la burbuja antes de guiarlos hasta el vestuario. "El recuento se hace en todo momento. Yo los cuento muchas veces durante las clases y al final. Una vez que salen del agua no cuentas, te fijas en que no haya nadie dentro, porque es difícil contarlos, están en continuo movimiento", declaró.

El acusado manifestó que tanto él como la monitora de apoyo vigilaban a los niños, una versión de la que difiere su compañera. "La profesora titular no me dijo que me hiciese cargo del grupo, tampoco me lo dijo el socorrista. No era habitual que él se hiciese cargo de una clase, pero no era la primera vez que lo hacía", contó la monitora de apoyo, quien insistió en que sus funciones consisten en llevar al baño a los niños o llevarles papel si tienen mocos.

"Al lado del grupo de Diego había otro grupo y yo estaba de apoyo para los dos. Yo no controlaba a ninguno, los que tienen que controlar a los niños son los responsables de las clases", testificó la acusada. La mujer, además, reconoció que en algunos momentos el personal que se encargaba de las clases de natación estaba "desbordado" y que se lo comunicaron al coordinador de la actividad. "A veces no dábamos abasto. En ese momento considero que el personal era suficiente", señaló la monitora. Por otra parte, el director técnico declaró que "el resultado de las normas de seguridad era inmejorable".