"No debí dejarla ir sola a verle y no estaría muerta", lamentaba ayer en el cementerio de la parroquia Albeos (Crecente) una amiga de Sabrina Cortés, la mujer asesinada por su marido en Lleida el jueves pasado. La joven, que acogió en su casa de Vielha a la fallecida y a sus tres hijos cuando decidió divorciarse, viajó a Galicia para asistir al entierro de la última víctima de la violencia machista en España, por el momento. Ella era de las pocas personas que sabían que Sabrina iba a encontrarse aquella trágica mañana con su marido en el que había sido el domicilio de ambos.

Varias personas se trasladaron desde Cataluña a Crecente acompañando al féretro, que llegó al amanecer. La capilla ardiente quedó instalada en un pequeño velatorio cercano a la iglesia de Albeos, parroquia natal de la mujer asesinada.

A medida que avanzaba la jornada, el dolor y los llantos de familiares y amigos se hacían más presentes. Más de dos centenares de personas se acercaron al cementerio para rendir el último adiós a la joven de 32 años y madre de tres hijos, fallecida tras ser estrangulada y golpeada por su ex marido.

A la tristeza e impotencia de la madre, los hermanos, y numerosos familiares de Sabrina se unían los llantos de su amiga de Lleida a quien Sabrina contó que tenía que ver a su marido para firmar unos documentos relacionados con el divorcio que iban a firmar aquel mismo día. "Creo que no debí dejarla ir sola pero yo no me imaginé que podía pasar esta desgracia tan grande", afirmó entre sollozos

El entierro tuvo lugar a las 17.30 horas. El cajón fúnebre fue llevado a hombros desde la sala a la iglesia, a 50 metros. La madre de la víctima, que días antes había pedido justicia, no podía soportar ya el dolor, al igual que otros familiares cercanos. Amigos y vecinos asistieron al funeral en silencio, con la corporación de Crecente en pleno y la presencia de una representante de la secretaria xeral de Igualdade de la Xunta.

La imagen de la impotencia se dibujaba en los rostros de los asistentes, entre los que había algún familiar del inculpado, el cañicense Albino Iglesias, recluido en una prisión catalana desde que el sábado confesó el crimen. El exmarido de Sabrina reconoció que la había estrangulado dándole muerte ante los Mossos. Su arresto tuvo lugar en el hospital, ya que tras cometer el crimen huyó y sufrió un accidente de circulación con su coche en dirección a Francia.

Fueron los compañeros de Sabrina Cortés los que alertaron a las autoridades de su desaparición al no acudir aquella mañana al trabajo.

También están ya en Crecente los tres hijos de la víctima, dos de ellos de su primer matrimonio. Los tres vivirán ahora en la parroquia de Quintela con el primer marido de Sabrina Cortés que, de acuerdo con su mujer actual con la que ya tiene otra hija, no tuvo inconveniente en reclamar también a la pequeña hija de la víctima y su asesino.