La violencia machista se cobró ayer una víctima en Vigo. Un hombre de 41 años, Francisco Rafael Álvarez Martínez, se entregó a primera hora de la tarde en la comisaría de la ciudad olívica y confesó haber matado a su mujer, Cristina González Sacau, de 39 años, en el domicilio familiar en la parroquia de Coruxo. Tras esta autoinculpación, la Policía halló el cuerpo sin vida de la víctima en el pasillo de la casa: estaba boca abajo, en medio de un gran charco de sangre y cerca del cuchillo utilizado por el presunto homicida. La pareja estaba en proceso de separación –de hecho él vivía en la casa de una tía desde el pasado mes de agosto– y tenía en común dos hijos mellizos de ocho años que se encontraban en el colegio cuando ocurrió el crimen. El hombre, carpintero de profesión, permanece detenido a la espera de pasar a disposición judicial.

La alerta saltaba poco antes de las tres de la tarde. A esa hora Francisco Álvarez se presentó en la Oficina de Atención al Ciudadano de la comisaría autoinculpándose del crimen. Una patrulla de la Policía Nacional y una ambulancia del 061 se trasladaron a la vivienda, ubicada en el número 56 de Camiño de Breadouro. Una vez en la casa, que al parecer estaba revuelta, se confirmó la tragedia. Los agentes encontraron a Cristina González muerta en el pasillo y, a su lado, el cuchillo que se usó como arma mortal.

Fuentes oficiales confirmaron que no constan denuncias previas por malos tratos ni la intervención de los servicios sociales. Agentes de la Policía Científica, así como de otros grupos, permanecieron varias horas inspeccionando y recogiendo pruebas en la casa. Casi cuatro horas después de la autoinculpación, a las seis y media de la tarde, la juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al Hospital Nicolás Peña, donde se le hará la autopsia para determinar las causas exactas de la muerte y la hora del crimen.

Ayer mismo la víctima llevó a sus hijos al cercano colegio público Carrasqueira, donde los niños empezaban sus clases a las nueve y diez de la mañana. En algún momento, entre esa hora y pasado el mediodía cuando su pareja se autoinculpó, ocurrió el homicidio. Además de la confesión del detenido, los agentes recabaron el testimonio de vecinos de Breadouro. Una mujer cuya casa es colindante con la de la víctima fue una de las personas interrogadas por la Policía y relató que entre las nueve y media y las diez de la mañana, cuando estaba en el exterior de su domicilio, escuchó "unos gritos desgarradores de mujer". "Eran gritos de dolor: decía ´por favor´, ´por favor´; no escuché la voz de ningún varón", contó después en declaraciones a los periodistas. "No sabía de donde venían los gritos y nunca pensé que pudiese ser algo semejante", prosiguió, para añadir que posteriormente se hizo "un silencio sepulcral". Otra mujer, Evangelina, que reside en la otra casa más próxima a la que fue escenario del crimen contaba sin embargo que oyeron "un ruido bastante grande" al mediodía.

Consternación

La noticia del crimen causó consternación y sobre todo sorpresa entre los vecinos del barrio donde la pareja construyó la casa hace ya varios años, tras comprar un terreno en el lugar. Algunos ya sabían que vivían separados desde hacía un tiempo. Aunque no tenían una relación estrecha con víctima y homicida, coincidieron en describir a la pareja como "discreta y educada". "Eran buena gente", dijeron. La mayoría conocían más al detenido, ya que es natural de Coruxo. Y nadie se explicaba qué pudo ocurrir. "Era bueno y muy trabajador; un chaval excepcional", aseguraron, añadiendo la mayoría que nunca habían escuchado disputas entre la pareja. Solo las residentes en una de las casas colindantes a la de la víctima aseguraron haber escuchado discusiones las últimas semanas.