En el banquillo de los acusados no había ni rastro de la mujer vestida de forma estrafalaria, con melena negra y rizada, y especializada en el asalto a ancianos en Vigo. El ciudadano rumano Banica Trandafir, al que se imputan al menos una decena de hurtos y robos por este sistema – algunos con violencia–, llegó de prisión esposado y vestido con pantalón vaquero, chupa de cuero y zapatos puntiagudos. Su larga melena lacia estaba atada en una coleta y solo algunos restos de mechas claras lo vinculaban externamente con la "acosadora" de ancianos a los que presuntamente robaba la cartera mientras los toqueteaba e intentaba besarlos en sus propias casas, o en el interior de un ascensor.

El cambio de imagen no engañó a una de las víctimas. Luciano Rodríguez, un vigués de 81 años, lo reconoció sin ninguna duda ante la juez. "Es él. Le cheiré en cuanto le vi y se me acercó a la puerta de mi casa en Urzáiz. Ya me había robado otras dos veces", aseguró. Explicó que el pasado mes de noviembre el acusado le abordó en el portal del inmueble donde reside en Urzáiz y, como ya le conocía, intentó escapar cuando trató de darle dos besos..

El reconocimiento en la sala del acusado fue tan contundente como el realizado en la comisaría al denunciar los hechos, aunque en los álbumes policiales Banica estaba caracterizado como mujer. Y es que el azar llevó al imputado a abordar en otras dos ocasiones anteriores al mismo octogenario. Una de ellas en una casita que posee en el barrio vigués de Ribadavia: "Tuvo el civismo de entrar involuntariamente en mi propiedad a robar. Entró hasta la cocina, yo estaba friendo pescado y temía que el gato se lo comiera. Me robó la cartera ", explicó en el juicio celebrado en Instrucción 6 de Vigo.

A preguntas de la fiscal, Luciano Rodríguez explicó que cuando se lo topó en el portal de su casa trató de escapar. Cambió de ascensor, pero pese a sus precauciones, le cogió por detrás y se hizo con la cartera que llevaba en el bolsillo del pantalón.

Tras mirar fijamente al acusado, expuso que quería para él la condena que corresponda. "Se que no me van a dar nada, pero...", concluyó. Y es que la primera vista contra Banica tras su detención, hace algo más de un mes, fue un juicio de faltas por hurto dada la cantidad sustraída (200 euros). La fiscal pidió una condena de 6 días de localización y una indemnización de 200 euros para la víctima. El ciudadano rumano, sin embargo, continuará en prisión provisional pendiente de la celebración del resto de juicios, algunos por robo con violencia e intimidación, y otro por presuntos abusos sexuales y malos tratos. Juicios que ya no serán de faltas, sino penales.

En su descarga, Banica Trandafir –al que acompañaban algunos compatriotas y un traductor–, negó ayer conocer al anciano; aseguró desconocer donde está la calle Urzáiz (donde se produjeron la mayoría de los robos que se le imputan). Aseguró que "hasta ahora" no hay pruebas contra él pues las víctimas no le han reconocido, y que en Vigo "hay muchos brasileños que se me parecen". Admitió no tener trabajo fijo y que se dedica a tocar la guitarra en la calle. En cuanto al acoso a los ancianos declaró: "Cuando se quiere robar no se dan dos besos".