"A partir de ahora tendremos que celebrar un nuevo cumpleaños porque volvimos a nacer". Así de contundente se mostraba ayer el vecino de Moaña Juan Pazos tras asimilar la magnitud de la explosión que se produjo en su vivienda y de la que él, su mujer y sus tres hijos salieron milagrosamente ilesos. Los hechos ocurrieron a la 01.10 horas de la pasada madrugada en el primer piso del número 132 de la calle Concepción Arenal –un inmueble de 6 plantas–, cuando una fuerte deflagración en una terraza cerrada que da al patio de luces despertó a los vecinos de varios edificios. A falta del informe de la Policía Judicial, los bomberos atribuyen el siniestro a un escape de propano que salía de una de las ocho bombonas almacenadas en la galería –seis de butano y dos de propano–. La acumulación de gas reaccionaría con alguna chispa provocada, presuntamente, por el motor de algún electrodoméstico, como la nevera que estaba enchufada en el lugar.

La potente onda expansiva destrozó los dos cuartos en los que dormían los tres hijos del matrimonio, pegados al patio de luces, así como la cocina de la vivienda y el pasillo. La habitación más perjudicada fue la de Andrés Pazos, de 16 años. Solo la pequeña separación entre su cama y la ventana impidió que sufriera daños físicos. Además, se desplazaron varias paredes y la que divide este cuarto con la habitación en la que dormían las otras dos hijas del matrimonio: una joven de 19 años y una niña de 7. Su puerta quedó atrancada y tuvieron que abandonar el cuarto por el agujero que la explosión hizo en la pared. Asimismo, la entrada principal del piso se atrancó y los vecinos que acudieron a auxiliar a la familia llamaron a la Policía Local, que tuvo que derribar la puerta por la fuerza y desalojar a las cinco personas. Estaban en la entrada y a oscuras, y se escuchaban los lloros de la hija pequeña. La puerta de la habitación de Andrés acabó deshecha y el marco de la misma arrancado.

Más nerviosa se encontraba la madre de la familia, María Julia Picatoste, quien recuerda perfectamente lo sucedido. "Me despertó la explosión y vi una llama de fuego que salía hacia arriba desde la zona de las bombonas. Salí corriendo hacia allí, corté la llave del gas y tiré un trapo para sofocar el fuego y evitar que explotasen las bombonas", cuenta. "Un poco antes pasé por la cocina y no olía a gas. Me habría dado cuenta", destaca el padre de la familia. Su hijo reconoce que tardó en reaccionar tras oír la explosión, pese a que se produjo a su lado.

Onda expansiva

La onda expansiva rompió los cristales de cuatro pisos de las plantas superiores del edificio e incluso alcanzó el inmueble que se ubica en frente en el mismo patio de luces, y que tiene portal por Ramón Cabanillas. Seis viviendas de este edificio sufrieron daños. Un coche del garaje común a ambos inmuebles acabó con las lunas rotas, la oficina del Banco Pastor que se sitúa en el bajo también tuvo daños en el falso techo, resultó dañado un local de la Asociación de Empresarios y el temblor llegó a unos cien metros de distancia.

A la zona acudieron efectivos de los Bombeiros do Morrazo, de Protección Civil, la Guardia Civil y una ambulancia del 061 ante la sospecha de posibles daños físicos. Tras ser desalojados de sus casas, los cinco miembros de la familia durmieron en la casa de la pareja de la hija mayor y en el piso de sus vecinos del 2º A. Pasarán los próximos días en un hotel hasta que se valoren los daños de la vivienda y la situación vuelva a la normalidad.