Mónica J.F., de 30 años, madre del menor cuyo cadáver fue encontrado la semana pasada en una maleta en un monte de Menorca, ha confesado que ahogó a su hijo en la bañera porque se sintió "agobiada" cuando los abuelos se lo mandaron días antes desde Galicia, ya que había ocultado su existencia a su actual pareja.

A sangre fría y "en caliente", la madre sumergió a su hijo de 9 años en la bañera de casa, metió su cadáver en la maleta y la abandonó en el campo, y cuando su compañero sentimental regresó a casa, Mónica le dijo que su "sobrino" (como así le identificaba) había regresado a Galicia e hizo desde entonces "una vida normal", según la policía. El nombre casi borrado de César (con la "a" ilegible) y las siglas J.F. en su estuche escolar y la edición del cómic número 28 de Naruto hallados en la maleta guiaron las pesquisas policiales hasta la identidad del menor, cuyo DNI no había sido renovado en Noia (A Coruña), donde había vivido con sus abuelos hasta que, diez días antes de morir, fue enviado a Mónica para que viviera con ella. La detenida ha pasado esta mañana a disposición del titular del juzgado número 2 de Mahón, acusada de un homicidio con las agravantes de abuso de superioridad (madre) y alevosía, ya que la policía sospecha que la acusada planeó la muerte del joven.

Según ha explicado hoy la portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Baleares, Janka Jurkiewicz, aunque en un primer momento la detenida aseguró que en 2008 se encontró al niño muerto y lo ocultó por miedo, después ha reconocido que lo había ahogado, que se sintió "agobiada" y "angustiaba" porque había ocultado su existencia a su actual pareja y a su círculo de amistades y que "no lo pensó".

Mónica había tenido a César de soltera y en un principio convivió con el padre del menor, pero las relaciones se deterioraron y se marchó con el niño a vivir a casa de sus padres en Noia (A Coruña). De hecho, el niño estuvo escolarizado en el municipio coruñés desde el año 2003 hasta el curso 2007-2008. Al parecer, las relaciones de la madre con los abuelos del niño tampoco eran buenas.

En 2007 Mónica conoció a su actual novio a través de internet (un "cibernovio" según la policía) y decidió irse a vivir con él a su lugar de residencia, en Mahón (Menorca). Aunque ahora estaba en paro, allí consiguió trabajar de auxiliar de seguridad del aeropuerto. La madre dejó entonces al niño en casa de los abuelos porque no se quería hacerse cargo de él en su nueva vida, que había ocultado. Tras unos meses, los padres de Mónica le dijeron que se tenía que llevar al niño ya que era la madre y se lo enviaron en avión a Menorca el 1 de julio de 2008.

A su llegada a la isla, la madre le dijo a su hijo que le llamara tía y que ella iba a decir que era su sobrino, según fuentes policiales. El motivo era que Mónica nunca le había dicho a su actual pareja que tenía un hijo. De hecho, a su novio le dijo que se trataba de su sobrino y que iba a pasar con ellos sólo diez días. Pasado este tiempo, Mónica le dijo a su pareja al regresar del trabajo que César ya se había ido.

Se supone que la detenida ahogó a su hijo el mismo 10 de julio, metió su cadáver y pertenencias en una maleta roja de 80 centímetros de largo por 60 de ancho y la abandonó en una zona de monte bajo, muy poco transitada, situada en Binidalí, en la costa sur del municipio de Mahón. Se aseguró de no meter nada en la maleta que pudiera identificar a su hijo, pero se olvidó del estuche escolar y la delatadora inscripción "César J.F." que el mismo niño hizo debajo de la goma de borrar.

Durante dos años, nadie echó de menos al menor. Los abuelos seguían mandándole regalos a Mahón y ninguno le fue devuelto. Ahora han volado a la isla para hacerse cargo de los restos de su nieto para enterrarlos en Noia.