Apostaron por desviarse hacia el Sur de las islas indonesias de Mentawai con la esperanza de encontrar mejores olas para surfear y esta decisión, tomada en cuestión de minutos, pudo haberles salvado la vida. El buque King Millenium II en el que viajaba el vigués Julián Yáñez, de 38 años, junto a otros nueve españoles, dos uruguayos, dos franceses, seis tripulantes y el guía vasco Juan José Illumbe, se libró “de milagro” del tsunami que golpeó la costa occidental de Sumatra el pasado martes y que provocó ya al menos 300 muertes. “Eligieron un canal resguardado para fondear, la mejor y única zona que se libró del desastre pese a estar cerca del epicentro; esto les salvó la vida. Estaban tan bien resguardados que ni siquiera se enteraron de lo que había pasado. A muy poca distancia de ese punto, hubo zonas desvastadas. Ellos solo supieron de la magnitud del suceso cuando se lo comunicamos desde tierra”, relata David Valladares, copropietario vigués, junto a Illumbe, de la empresa Surfingmentawai con la que realizaban el viaje y en la que colabora ocasionalmente Julián Yáñez, que viaja con frecuencia a Indonesia.

El buque, un catamarán de 19 metros de eslora y 7,5 de manga, había partido de la localidad de Padang (Sumatra) el pasado 21 de octubre. “Las rutas no están marcadas y el destino se elige en función del tiempo. Ninguna es igual a otra. Esta vez la suerte quiso que las mejores condiciones para encontrar la ola Rags Rights, la que iban buscando, estuvieran hacia el Sur. Esto, y que decidieran pasar la noche en Sikakap, fue la mejor decisión que pudieron tomar”, dice, aliviada, la viguesa Mirian Valladares, responsable también de la empresa de surf.

El enclave en el que fondearon, un canal entre las islas Pagai Utara y Pagai Selatan, está resguardado además por varios islotes de menores dimensiones que contribuyen a frenar las corrientes del Índico. “Es un punto muy tranquilo y con una profundidad de unos 40 metros; si hubieran estado en otra zona, podría haber sido una desgracia”, se consuelan los responsables de la firma de surf.

David Valladares estaba en Bali cuando se produjo el maremoto. “La empresa me envió un mensaje al móvil diciéndome que había habido un tsunami. De inmediato llamé al barco”. Su compañero y guía de la expedición, José Manuel Illumbe, lo tranquilizó. “Ni siquiera nos hemos enterado. Sentimos unas corrientes extrañas y más fuertes de lo normal, pero seguimos durmiendo. Aquí estamos todos bien”, le comunicó.

Primeras llamadas

Desde donde estaban fondeados apenas podían intuir lo que se iban a encontrar al día siguiente en la otra cara de la isla. La información que les trasladó David Valladares sobre la magnitud del suceso llevó al vigués Julián Yáñez a marcar de inmediato el teléfono de su madre, Gloria Silveira, para evitarle un disgusto cuando se enterara de lo sucedido a través de los medios de comunicación. “Mamá hubo un tsunami, pero estate tranquila. Estoy bien y no nos pasó nada”, le dijo. “Cuando me llamó, yo no sabía todavía qué había pasado. La señal no era muy buena y apenas pudimos hablar. Eso sí, me dejó muy claro que estaban todos bien, aunque yo sigo nerviosa”, confiesa todavía angustiada. Acto seguido, Yáñez avisó también a su novia, que había estado con él en Indonesia haces escasos días.

La madre de Julián Yáñez tenía todavía ayer el miedo en el cuerpo. “Es la segunda vez que se salva de desastre de este calibre. El año pasado estaba también en Indonesia cuando ocurrió el terremoto de Padang y la suerte volvió a aliarse con él”, reconoce. Durante el incidente, en octubre de 2009, la fortuna acompañó también a David Valladares. Ambos amigos vigueses estaban navegando por las islas Mentawai, las que esta semana sufrieron las peores consecuencias del tsunami. “Nuestro puerto está en Padang y el destino quiso que ese día no estuviéramos allí. La ciudad quedó arrasada”, rememora Valladares. Aquel terremoto, de 7,6 grados en la escala de Richter, se estima que se cobró la vida de más de 3.000 personas.

Pese a estar informados de lo sucedido, los clientes que viajaban a bordo del King Millenium II decidieron continuar con su aventura y se dirigieron hacia la zona de Macaronis, una de las más afectadas por el tsunami. “Lo acordaron por unanimidad y a Illumbe le pareció bien porque no solo podían ayudar a los damnificados, sino porque en caso de tsunami es más seguro estar en el mar que cerca de tierra”, argumenta Valladares.

Playas arrasadas

Cuando salieron del canal en el que se habían resguardado volvieron a llamar a tierra. Illumbe describió a su socio vigués lo que se habían encontrado en la zona donde pretendían ir a buscar la ola rags right. “Me dijeron que la costa estaba arrasada y que el maremoto había destrozado al menos 200 metros de tierra hacia dentro. Además, algunas playas habían desaparecido literalmente y que había cientos de árboles tirados”, describe.

La comunicación con el barco fue ayer imposible. “No nos cabe la menor duda de que estarán ayudando en lo que puedan. Creemos que hasta dentro de dos días no podremos comunicarnos con ellos porque la señal es muy mala en la zona en la que están. De todas formas, estamos tranquilos porque sabemos que todos están bien”, afirma David Valladares. Este mismo mensaje lanzó ayer a través de la red social Facebook, desde donde decenas de amigos y compañeros les mandaron su apoyo.