El segundo juicio que se celebra por el doble crimen de la calle Oporto de Vigo se centró ayer en recrear las horas previas y posteriores a los asesinatos a través del relato tanto de amigos de las víctimas como del autor confeso de las muertes. Pero el pánico al acusado pudo con uno de estos testigos. Un vecino de Cangas que relató haber mantenido relaciones sexuales con Jacobo Piñeiro –éste lo niega– y que estaba citado por ser una de las personas a las que el procesado confesó que mató a los jóvenes gais intentó no testificar al encontrarse con él en los pasillos de la Audiencia y verse "superado" por la tensión. El hombre abandonó de forma precipitada el edificio judicial, a donde fue conducido de nuevo por un agente de la Policía Nacional y una funcionaria ya que tenía obligación de declarar. Tras ser interrogado, ya fuera de la sala confesaba que vive atemorizado hasta el punto de que desde que el acusado está en libertad provisional "duermo con un hacha bajo la almohada" por miedo a que vaya a su casa.

Horas después de los crímenes ocurridos el 13 de julio de 2006, Jacobo Piñeiro viajó en barco desde Vigo a Cangas y acabó confesando lo ocurrido a dos amigos. Uno era el testigo que quiso irse sin declarar, que aquel trágico día, tras intentar sin éxito que el acusado se entregara, llamó a un agente de la Guardia Civil amigo suyo para informarle de que sabía quien era el autor de las muertes. Su testimonio era importante y debía contarlo ante el segundo jurado que juzga estos hechos, como ya lo hizo ante el primero, en aquella ocasión tras un biombo. Pero cuando estaba esperando a entrar en la sala, hubo un receso y coincidió con el acusado y la familia de éste en el pasillo. "Lo vi ahí y me agobié", afirmaba ya al término de la sesión.

Temor

Jacobo Piñeiro permanece libre desde hace dos meses al agotarse el plazo máximo de prisión provisional. Una situación que tiene atemorizado a su antiguo amigo. "Somos vecinos, es muy fuerte tener que encontrármelo; un día me lo crucé con el coche, él iba andando tan campante, y literalmente me descompuse", explicaba en los pasillos de los juzgados. Afirma que nunca recibió presiones, pero asegura que es evidente el rechazo de la familia del procesado hacia él. "Parece que el malo soy yo porque soy maricón y su hijo no, porque dicen que han intentado violarlo", señaló el hombre, que siempre dijo que mantuvo relaciones sexuales esporádicas con el acusado, añadiendo al respecto que al procesado le gustaban prácticas extremas. Otro amigo del imputado que declaró en el juicio también aseguró que tuvieron una relación íntima en una ocasión.

Este hombre fue uno de los tres amigos de Piñeiro que estuvieron con él en las horas posteriores a los crímenes y todos testificaron ayer en la Audiencia. "Vino conmigo a casa, estuvimos dos horas hablando de cosas triviales y cuando salió la noticia en la tele me dijo: "Fui yo, fui yo", contó este cangués. "Le dije que se entregara, y él se negó, porque quería ver crecer a su hijo; después yo sólo trataba de sacarlo de mi casa cuanto antes", relató. También recordó un episodio "violento" anterior del acusado cuando, aseguró, agredió a su entonces novia después de que llegara a su casa con la intención de que hiciesen "un trío", a lo que él se negó.

Igual que a este testigo, el procesado también confesó la autoría de las muertes a otro amigo mientras comían una hamburguesa en una bocatería de Cangas. "Le dije que se entregase, pero contestó que a la cárcel no iba, que se iba a escapar", afirmó este joven, que aseguró creer la versión del acusado de que actuó en defensa propia. Jacobo Piñeiro fue finalmente detenido en Marín ese mismo día.

El juez reprende a un allegado de los jóvenes gais por insultar al procesado

Un amigo de Isaac Al Daní Pérez Triviño y el brasileño Julio Anderson Luciano, las víctimas de este doble crimen, se encaró ayer con Jacobo Piñeiro mientras declaraba como testigo en el juicio. El joven, uno de los que estuvo en el piso de la calle Oporto en las horas previas al crimen, en donde llegó a coincidir con el acusado, le llegó a llamar "pedazo de mierda" en plena sala, lo que llevó al magistrado a llamarle la atención y reprenderle. Y cuando se iba, profirió otro insulto contra el cangués, por lo que el abogado defensor, que destacó que el testigo declaró "bajo un odio acérrimo" al procesado, solicitó que se recogiese en acta la expresión, lo que fue admitido por el juez.

Jacobo Piñeiro había conocido a uno de los fallecidos en el pub Strong y éste, Isaac, lo invitó a su casa. Ambos permanecieron casi todo el tiempo solos en una habitación mientras en la cocina la otra víctima, Julio, preparaba una cena acompañado de varios amigos. Uno era el joven que ayer se encaró con el autor confeso de los crímenes. Este testigo contó que mientras estuvo allí el procesado entró una vez en la cocina: "Iba hasta la médula de coca, sudado y encendido; tenía pinta de sobrado".

Pero antes de verlo, señaló, percibía que estaba en la casa "porque olía a mierda, había un pedazo de mierda". El joven fue reprendido por el magistrado y cuando le tocó el turno de preguntas a la defensa, el abogado le dijo que notaba que tenía "cierto odio" a su cliente. "Hombre, normal", le contestó el joven, que al abandonar la sala volvió a insultar a Piñeiro.