Una veintena de personas guarda silencio en la cuneta del kilómetro 151,4 de la N-640 a su paso por Ponte Vilariño, en Agolada (Pontevedra). Cabizbajos y con los ojos anegados de lágrimas, guardan silencio, un doloroso silencio, acompañados por unos cirios y un ramo de flores que permanecerá colocado junto a la cuneta donde Bogdan Hriscu, Mircea Dumbrava y Khalid Mansouri perdieron la vida la mañana del martes, cuando volvían de trabajar después de una noche en la que recorrieron alrededor de 300 kilómetros para cargar pollos en varias granjas.

El padre del joven que conducía, Bogdan, llegó justo ayer de Rumanía para recoger el cadáver de su chico y llevárselo a su país, "aunque no sé cómo voy a poder hacerlo", musitaba, destrozado. Era su único hijo y ayer se preguntaba al pie de la nacional, desolado, por qué tuvo que ocurrir tan trágico suceso.

El hermano y los familiares de Mircea, también muy afectados, declinaron hacer declaraciones. Reclamaban un respeto por su dolor apuntando que "eran muy buenas personas. No podemos decir más". En la tarde de ayer, todos estaban a la espera de que se le entregasen los cuerpos para repatriarlos, un trámite que se realizará mediante un seguro de decesos y que ya está en manos de una compañía con oficina en Lalín.

Los familiares, además, tuvieron que pasar por el doloroso trance de reconocer los cadáveres, que fueron trasladados el martes tras su excarcelación del coche a las dependencias forenses del Hospital Provincial de Conxo, en Santiago, para que se les realizase la autopsia, que se pospuso para la mañana de ayer y después para media tarde.

Tras esto, los cuerpos de los dos rumanos serán enviados a su país de origen, algo para lo que ni existen ayudas por parte de la subdelegación del Gobierno ni correrá a cargo de la empresa para la que trabajaban –Avícola de Campañó, a través de Serviguide– y en la que también estaba empleado Khalid Mansouri.