Dieciséis años y ocho meses de prisión. Ésta es la pena impuesta por el Juzgado de lo Penal número 2 de Vigo al conocido como "atracador de la jeringuilla", el ladrón que armado con este instrumento y en ocasiones también con un cuchillo perpetró once robos –dos de ellos frustrados– en un período de menos de dos semanas en comercios de la ciudad olívica en los que se hizo con un botín de más de 2.000 euros. Las víctimas, la mayoría mujeres, eran intimidadas para que entregasen el dinero de la caja: el condenado, Rubén Francisco R.B., de 39 años, las solía amenazar con "pincharlas" y, en ocasiones, con transmitirles el sida.

Los testimonios de estas mujeres, que con la excepción de una declararon protegidas tras un biombo, han sido fundamentales para que el magistrado emitiese una sentencia condenatoria. Las trabajadoras de los comercios ratificaron en la vista la identificación que hicieron en su día en comisaría del autor de los robos ocurridos entre el 3 y el 13 de marzo de 2009 en la ciudad, algunos de ellos en un mismo día. Estos reconocimientos llevaron al juez a considerarlo autor de los once delitos de robo con violencia e intimidación que le imputaba la Fiscalía, aunque, por error, en el fallo de la sentencia sólo se computan diez, por lo que el ministerio público ha presentado un recurso de aclaración para que se añada el período de cárcel correspondiente a ese atraco.

A falta de solventar esa omisión, el juez impone a Rubén Francisco R.B. penas que suman 16 años y ocho meses de cárcel, una condena notablemente inferior a la que pedía la acusación pública –44 años y medio– ya que el magistrado tiene en cuenta a favor del reo la atenuante de drogadicción. "En apenas dos semanas perpetra once robos en los que los botines no solían ser superiores a 200 euros en cada comercio; no era un profesional del robo, por lo que la motivación de la droga para cometerlos parece estar bien aplicada por parte del juez", afirman fuentes de la Fiscalía.

El mayor castigo, de tres años y ocho meses de cárcel, se le impone por el robo en el que cometió el acto de intimidación más grave: puso la jeringuilla a la altura del cuello de la empleada del comercio. Por otros seis robos en los que también exhibió este instrumento o un cuchillo se le imponen un año y nueve meses de prisión por cada uno de ellos y, en otro asalto, la pena es de un año de cárcel ya que el testigo no aclaró con que tipo de objeto fue amenazado. En relación con los robos frustrados, por uno se le impone un año de prisión y por el segundo, seis meses.

Aunque lo más probable es que la condena final sea todavía mayor una vez el magistrado compute el delito que omitió en esta sentencia, la situación penitenciaria no variará para el imputado ya que, por ley, el máximo de cumplimiento en prisión es el triple de la mayor condena. La pena más elevada en este caso es la de tres años y ocho meses de cárcel, por lo que este atracador deberá permanecer once años en el penal de A Lama, de los que se le descontará el tiempo que ya permaneció en prisión provisional.

Versión

Aunque en la sentencia se tiene en cuenta la drogadicción que sufre el condenado, y que fue puesta de manifiesto por su propia madre en el juicio, además de por él mismo, el magistrado no da crédito a la versión exculpatoria que este hombre expuso en la vista oral. El ladrón declaró entonces que sólo había entrado en cuatro de los establecimientos y que las trabajadoras le dieron el dinero tras "pedírselo" él de buenas maneras y sin mediar amenazas. El hombre ahondó en que lo necesitaba para comprar sustancias estupefacientes y que, en todos los casos, prometió devolver las cantidades. También negó que llevase una jeringuilla u otro tipo de arma: según su declaración, era una llave.

Pero el relato de las víctimas fue muy diferente. Todas aseguraron que fueron intimidadas para que le entregasen lo que había en la caja. Muchas de ellas contaron que pasaron miedo por la actitud del ya condenado.