Berta Collarte abandera desde hace 10 años la lucha por el esclarecimiento de la desaparición de su padre. El procesamiento en Portugal de cuatro personas por su secuestro y desaparición, entre ellas dos socios y amigos del empresario ourensano, así como un edil de Valença que era su gestor administrativo y el presunto sicario autor del rapto como adelantó FARO, supone para ella empezar a ver la luz al final del túnel. Pero no está satisfecha, su meta es localizar los restos de Guillermo Collarte y darles sepultura. Entonces podrá empezar el duelo toda la familia.

- ¿Cómo ha recibido la noticia del procesamiento y la acusación formulada por la fiscal de Valença?

- Sigo sin tener odio ni rencor. Diez años después se ha demostrado que no perseguía una quimera y que mi empeño en que se esclareciera lo ocurrido no era el de una persona atrapada en el tiempo y en sus propias lamentaciones. Que la Procuradoria de Valença siente en el banquillo a estas cuatro personas porque considera que hay motivos, me reconforta.

- ¿Y ahora?

- Ahora nos toca estar a la altura de las circunstancias. No faltar a nadie y no pecar de pensamiento, pero seguir peleando hasta el final. Hasta que alguien me diga donde está mi padre... Le guardaría el secreto de su intimidad, nunca lo revelaría. Sería un acto de caridad con esta familia. También llegan momentos difíciles en los que intentarán desprestigiar a mi padre. No tengo nada que ocultar, siento por él admiración y orgullo. Si hubiese algo turbio en su vida me habría callado hace años. Nunca me callé y no lo haré, pero voy a ser prudente- no quiero prejuzgar a nadie- y tengo precaución porque tengo 3 hijos a los que debo respeto y cuidados. No pido venganza ni que les caigan muchos años, hemos renunciado a cualquier compensación económica porque no hay dinero para poner en valor el dolor que pasamos. Mi meta es poder dar cristiana sepultura a mi padre. Tengo un gran ansia de poner paz en mi vida, necesito enterrarlo. Después podré olvidar.

-¿Cree posible llegar a localizar los restos de su padre?

- Ya era difícil llegar a donde hemos llegado. Cuando salieron las informaciones sobre Publio Cordón... te ves reflejada. Siempre esperas conseguirlo. No descarto encontrar los restos de mi padre, es mi meta. No sé que tendré que hacer, el tiempo irá marcando mis pasos. Estábamos en un túnel en el que nunca veíamos la luz, y no había ni un hilo de investigación por donde tirar y, al final... He tenido el apoyo de la Guardia Civil, de la Policía. Hemos insistido y mucha gente me echó una mano.

-¿Qué sintió al conocer que tres de los acusados mantenían una larga amistad con su padre?

-Es muy doloroso que la desaparición de mi padre haya podido ser provocada por sus socios y amigos. Los sicarios son perros de presa y hacen lo que se les dice, pero no puedo entender que un amigo someta a otro a una tortura y sufrimiento así, especialmente cuando deberían quererlo. Es muy doloroso, especialmente en el caso del amigo que lo llevó aquel día a Valença -en alusión del constructor pontevedrés José Gerardo T.A.-. Salió de nuestra casa de Patos con él, era nuestro amigo de plena confianza. Sabía lo del secuestro exprés del año anterior, que mantuvimos en un discreto silencio. Era consciente de que mi padre estaba amenazado y muy debilitado de salud. Aquel verano había hecho varias escapadas a Portugal desde Patos (Nigrán), y al regresar metía el coche dentro de la verja y nos lo entregaba a la puerta de la cocina, como si de un niño se tratara. Tardé mucho en asimilar que pueda tener algo que ver. Al concejal portugués no lo conozco -se trata de Jose L.R.- Era agente inmobiliario y le llevaba a mi padre labores de gestoría. En cuanto al constructor de Ponteareas -en alusión a Luis S.L. -, tras el secuestro exprés ya no iba sólo con él nunca.

-Hubo un secuestro exprés de advertencia.

- Al faltar mi padre me faltó mi sombra protectora. Cuando su primer secuestro en Patos, un año antes de su desaparición en Valença, le advirtieron que si no pagaba los 150 millones que le exigían en diez días moriríamos o mis hijos o yo. Él era mi escudo. Si hubiera podido elegir, estoy segura de que habría pedido que lo llevaran a él, no a mí y a mis hijos. Por eso siento que le debo algo. Él se fue y mis hijos y yo estamos aquí.

- Han sufrido amenazas de muerte, han vivido con miedo. ¿Nunca pensó en tirar la toalla?

- Hemos vivido con pavor. Es muy doloroso tener miedo en tu propio entorno. Mis hijos, con protección policial, no son libres como el resto de los niños. Van siempre acompañados. Ahora estudian fuera y cuando llegan a casa, sea cual sea la hora de la madrugada, recibo su llamada: ¡Mamá, ya estoy en casa!. Hemos aprendido a acompañarnos y a vigilarnos unos a los otros. Mi hijo tenía 17 años cuando recibió una de las llamadas amenazantes: “Tú no te callas, tú vas a ser la siguiente” y exigían dinero. “Dales lo que pidan, que nos dejen vivir en paz”, decía mi hijo llorando.

-Pero no le hizo caso...

- Un día reuní a mi marido y a mis hijos y les dije que necesitaba llegar al final pero que no podía poner en peligro sus vidas, así que les planteé tirar la toalla. Mi hijos me dijo : “Hasta el final mamá”, con el apoyo de todos. He seguido luchando todos estos años con el consentimiento de mi marido y mis hijos. Lo hago porque lo necesito y también por mi madre. Dos de los imputados por las amenazas también lo están en el secuestro.

- ¿Cómo está su madre?

- Muerta en vida. En mayo cumplió 80 años y le hicimos una gran fiesta. No sale de casa, lleva diez años doblándose con la pena. Sigue todos los casos de desaparecidos a través del periódico. Una persona se queda viuda o huérfana, pasa su duelo y llega el alivio, como explican los psiquiatras. En nuestro caso el duelo no ha podido empezar al no haber enterrado al ser querido. Tal vez si hubiéramos encontrado el cuerpo ahora pediría Justicia. Hoy, tras la noticia del procesamiento publicada en FARO he recibido muchísimas llamadas y mensajes de ánimo, de felicitación, pero para mí es un día más. Estoy cansada, me vuelco en mi trabajo y sigo adelante por mi marido y mis hijos.