Trabajaban sin apenas descanso, de lunes a viernes y, como mucho, se quedaban con el 50% del dinero que cobraban por sus servicios. Varios varones a quienes presuntamente obligaron a prostituirse denunciaron a un hombre que se encuentra ya en prisión acusado de un delito de prostitución y otro de tráfico de drogas, pues la policía tiene indicios de que, junto a los chicos, les mandaba a los clientes cocaína. Los chicos ejercían a domicilio o en un piso situado en la ronda de Outeiro que fue registrado en el mes de julio.

Declaraciones de víctimas y escuchas telefónicas permitieron a la policía judicial detener en julio a un hombre acusado de obligar a hombres, en ocasiones menores de edad, a prostituirse. Según las investigaciones realizadas por los agentes, B.H. habría cometido también un delito de tráfico de drogas al utilizar a los prostitutos para distribuir cocaína entre sus clientes.

Tras la realización de un registro judicial en el domicilio que supuestamente funcionaba como casa de citas, situado en la ronda de Outeiro, el presunto proxeneta, defendido por el despacho del abogado José Ramón Sierra, ingresó en la prisión de Teixeiro, donde permanece para evitar que pueda fugarse o destruir pruebas que lo incriminen.

Según consta en el auto de entrada y registro firmado por el magistrado del Juzgado de Instrucción número 7 de A Coruña, el acusado, de nacionalidad marroquí y al que llamaban Alberto, obligaba a los hombres que trabajaban para él a mantener sexo a cambio de dinero con otros hombres y mujeres.

Los captaba "con posibles engaños" sobre las condiciones en que iban a desempeñar su trabajo. De las declaraciones de algunas víctimas la policía pudo averiguar que B.H. controlaba a los chicos a todas horas. Tenían que trabajar de lunes a viernes y en algunos casos sólo tenían para descansar dos horas al día.

El auto por el que se acordó inspeccionar el piso de la ronda de Outeiro indica que el sospechoso se quedaba con el 50% o incluso más de la recaudación que obtenían los prostitutos, a los que en ocasiones ni siquiera pagaba aprovechándose de que la mayor parte de ellos eran extranjeros sin autorización para residir o trabajar en España, por lo que trabajaban sin contrato y sin seguro.

El juez que investiga el caso aclaró en el auto firmado el 14 de julio para autorizar el registro que cabía también la posibilidad de que B.H. facilitase la entrada irregular de alguna de estas personas desde sus países de origen. Los agentes tenían sospechas de que el acusado podría utilizar las deudas contraídas por los ciudadanos extranjeros para obligarlos a ejercer la prostitución bajo la amenaza de que si no accedían a trabajar para él, serían deportados. A través de las llamadas telefónicas la policía concluyó también que el acusado ofrecía los servicios de menores de edad a los que se refería como "niñatos".

En una conservación telefónica mantenida el 11 de julio con una mujer, hablaba de un joven que no llegaba a los 18 años y que había estado trabajando para él. Además de facilitar hombres a clientes que demandan servicios de prostitución, B.H. está acusado de vender a estas mismas personas drogas, sobre todo cocaína, a través de las víctimas.