"Ay meu filliño". María de Fátima Graça no puede contener las lágrimas con el dolor de la tragedia. Su hijo José Silva es uno de los portugueses que habría fallecido en el naufragio del Rosamar frente a Galicia. "Salió de casa el miércoles y tenía que volver el día 20, cuando acabara la faena", explica su hermana Noelia Silva.

No es la primera vez que el luto sacude de manera trágica a la periferia de Oporto, donde se ubica la mayor comunidad de pescadores de Portugal. "Ayer (por el jueves), nos llamó y dijo que todo iba bien. Que embarcaba. Y nos enteramos del hundimiento por el telediario," explican con indignación al asegurar que nadie de la compañía armadora se dirigió a ellos, según recoge el Jornal de Noticias.

La noticia se extendió con rapidez entre los vecinos de Matosinhos, Vila do Conde...El Ayuntamiento de esta ciudad envió hasta A_Coruña a una abogada y al ex comandante del puerto, miembros del recién creado Gabinete de Apoyo al Pescador.

La familia Graça Silva, como muchas de Caxinas, vive de la pesca. "Cuando muere un pescador, toda la comunidad sufre", explican los marineros de la zona. "Jose decía que la empresa era muy buena y él era una gran persona. Un buen hijo y un gran padre", explica su tía. El presidente regional visitó a todas las familias de los marineros del Rosamar de la zona. "Creíamos que serían cinco marineros de Caxinas, pero algunos no habían embarcado", explicó José María Postiza. Durante un tiempo consoló a Rosa Silva, que no sabía si su marido era uno de los rescatados o de los fallecidos, por lo que acabó en el hospital. José Graça llevaba 30 años pescando en aguas españolas. Tiene dos hijas de 23 y 28 años. Nunca había naufragado hasta ayer.

En la localidad lusa de Chova Gala (Figueira da Foz), Eugenia está desorientada. Su hijo José Manuel Gomes, de 52 años es uno de los desaparecidos. Las familias de los pescadores portugueses llegaron ayer a Burela para reconocer a los muertos, buscar a los desaparecidos y abrazar a los supervivientes.