Cuatro individuos encapuchados asaltaron el martes por la tarde la vivienda que el ex alcalde de Vigo Manoel Soto posee en la parroquia de Bembrive, chalé en el que reside con su esposa, la conocida decoradora Puri del Palacio y sus hijas. Una de estas jóvenes fue tomada como rehén por los tres integrantes del grupo que accedieron a la vivienda mientras otro esperaba en el exterior, aunque no resultó herida. Los asaltantes, que hablaban entre ellos en un idioma extranjero (posiblemente del Este de Europa) y se comunicaron con la joven en español, lograron llevarse de una caja fuerte un botín de unos 4.000 euros.

El asalto a la casa del ex mandatario vigués se realizó en torno a las ocho de la tarde. Sobre esa hora llegaba a casa la hija de Manoel Soto en un momento en que no había nadie en la vivienda. Abrió el portón de acceso a la finca y cuando se disponía a hacer lo mismo con la puerta principal de la casa fue abordada por tres encapuchados que aguardaban escondidos en el jardín y cuya presencia no fue detectada por ningún vecino. Incluso el perro del que dispone la familia Soto y que habitualmente anda suelto por la finca, estaba en esos momentos encerrado y no llegó a ladrar en ningún momento. Retenida

Cuando los asaltantes abordaron a la joven, la amenazaron y evitaron que pudiera ponerse a gritar. Después, al parecer, le dijeron "que si se portaba bien nada le iba a pasar".

Segundos después entraban en la vivienda con la llaves de su víctima y uno de ellos condujo a la joven hacia uno de los aseos donde permaneció retenida. Uno de los encapuchados se quedó vigilándola, al parecer no llegó a ser maniatada ni amordazada, mientras sus compinches se encargaron de revolver toda la casa.

Dieron con una caja fuerte, la forzaron y consiguieron apropiarse de su interior de una cantidad de dinero que habría rondado los 4.000 euros. Después, buscando por los cajones de los distintos muebles dieron con cerca de otros mil euros. En su afán de conseguir un botín mucho mayor "dejaron patas arriba" algunas de las habitaciones adueñándose también de un broche de oro.

El tiempo que los asaltantes estuvieron dentro de la vivienda no fue mucho. Posiblemente sabían que permanecer más minutos en su interior podría traerles consecuencias, de ahí que no se arriesgaron a ser descubiertos. Dentro de las investigaciones se baraja la hipótesis de que un cuarto individuo apoyó a los otros tres desde fuera, haciendo las veces de vigilante y preparado para avisarles, mediante un "móvil o walki-talki" de cualquier imprevisto. De todas formas es obvio pensar que el grupo tenía un vehículo preparado en las inmediaciones para huir, pero fuera de las miradas de los vecinos para no levantar sospechas.

Los tres asaltantes que entraron en la vivienda, además de ir encapuchados, iban provistos de guantes para no dejar huellas que puedan delatarlos. Entre ellos hablaban en un idioma de algún país del Este pero cuando se dirigieron a la chica, incluso el que la estuvo vigilando en el aseo, lo hacían en español.

FARO DE VIGO se puso ayer en contacto con Manoel Soto quien, al ser preguntado sobre lo ocurrido fue tajante en su respuesta: "Lo siento mucho, la familia ha decidido no hacer ninguna clase de declaración al respecto. Lo más importante es salvaguardar el estado de mi hija", añadió el ex alcalde vigués.

Por otra parte, ninguna fuente oficial se ha querido significar ni aportar datos sobre este asalto. Las investigaciones iniciadas se llevan con mucho sigilo para tratar de encontrar alguna pista que pueda conducir a la identificación y posterior localización de los asaltantes.

En principio, parece ser que la recogida de pruebas efectuada por la Policía Científica en el lugar no ha aportado los datos deseables. Sin embargo, cualquier detalle por pequeño que sea puede ser suficiente para "tirar de la manta" y llegar hasta los delincuentes.

Se sospecha que los asaltantes no fueron a la casa de Soto al azar. Todo apunta a que sabían el terreno que pisaban, que conocían los movimientos de sus ocupantes y que los riesgos que correrían iban a ser mínimos. Esclarecer si alguien les marcó previamente el objetivo es una de las incógnitas que la Policía quiere despejar.