Redacción  Vigo

"Baby P" falleció en agosto de 2007 tras ser brutalmente maltratado por su madre, su compañero sentimental y un amigo de ambos. Durante ocho meses lo utilizaron como un "saco de boxeo" y, por estos hechos, los tres acaban de ser condenados esta pasada semana a 14 años de cárcel. Este caso no sólo ha puesto de manifiesto el infierno vivido por este niño británico durante su corta vida, sino que también ha puesto contra las cuerdas a los servicios sociales del Reino Unido. ¿La razón? El pequeño recibió hasta 60 visitas de trabajadores sociales y médicos de Haringey sin que nadie lograra frenar los abusos físicos a los que estaba siendo sometido y que convirtieron su corta existencia en un infierno.

Además de la actuación de los tres adultos que acaban de ser condenados, varios medios británicos denuncian que una cadena de errores policiales y la pasividad de los servicios sociales provocaron que nadie pusiera freno a los abusos que sufría el pequeño. El periódico británico The Independent asegura que varios trabajadores sociales visitaron hasta en sesenta ocasiones al pequeño y que la falta de pruebas ralentizaron la detención de los tres culpables hasta que fue demasiado tarde.

El juicio celebrado puso de manifiesto que durante ocho meses el niño acudió al hospital en varias ocasiones con moratones, heridas, traumatismos y mordeduras. En agosto de 2007, "Baby P" fue hallado muerto en su cuna rodeado de manchas de sangre y con ocho costillas rotas. Fuentes de la investigación dicen además que el niño tenía más de 50 heridas, quince de ellas localizadas alrededor de la boca. Este caso ha reabierto el debate sobre la necesidad de la revisión urgente de las leyes de protecciones infantiles.