Ocho años y cuatro meses de cárcel. Ésta es la condena impuesta por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra a un vigués que retuvo en su casa a una joven de 28 años de su mismo barrio, a la que torturó para que le devolviese los bienes que él sostenía que le había robado aprovechando que pasaba unos días en la vivienda. La pesadilla de la mujer se prolongó durante toda una madrugada y parte de la mañana siguiente: el hombre le propinó puñetazos en la cara, la golpeó con un palo por todo el cuerpo, le puso un cinturón alrededor del cuello e incluso llegó a cortarle mechones de pelo.

La sentencia dictada por el tribunal vigués señala que José Luis L.S. es responsable de un delito de detención ilegal en concurso con otro de lesiones. Además de la pena de prisión _-que coincide plenamente con la que solicitaba el ministerio fiscal-, el condenado deberá indemnizar a la víctima con una cantidad que supera los 5.250 euros por las lesiones que le causó y los daños morales que sufrió a consecuencia de la brutal agresión.

La joven y el que después se convertiría en su agresor ya se conocían, ya que solían coincidir prácticamente a diario en un bar del Casco Vello vigués, barrio en el que ambos residían. Los hechos que se recogen en la sentencia se remontan a diciembre del pasado año cuando, concretamente el día 26, la mujer fue a junto de José Luis y le pidió que le dejase quedarse con él unos días en su piso, ubicado en la Rúa Alta, ya que había discutido con su marido.

El hombre accedió y ambos fueron a la vivienda. La sentencia no recoge ningún altercado hasta la noche del día 27, después de que ambos regresaran del hospital ya que la joven había sufrido una lesión en un dedo. El fallo indica que al llegar a la vivienda el hombre acusó a la joven de haberle robado "bienes de su pertenencia" -en el juicio el procesado concretó que le habían desaparecido 250 euros y unas joyas de oro que habían pertenecido a su madre-, por lo que le pidió explicaciones.

Fue en ese momento cuando comenzó la pesadilla de la joven. La resolución judicial señala que el condenado comenzó a propinarle bofetadas y puñetazos en la cara y golpes con un palo en el resto del cuerpo. A lo largo de esa madrugada la echó sobre la cama, puso sus rodillas encima de los brazos de la víctima y siguió agrediéndola. También la agarró por el cuello con un cinturón. "La violenta actitud [del condenado] duró varias horas", se señala en la sentencia. Cuando ya se cansó de golpearla, y como la joven seguía sin darle explicaciones sobre los bienes que él insistía que le había sustraído, empezó a cortarle mechones de pelo.

Gritos

La situación se prolongó hasta el día 28 por la mañana. La víctima intentó escaparse de la casa pero José Luis, siempre según la sentencia, se lo impidió a golpes. También hubo amenazas: le advirtió de que si se iba de allí sin darle "lo que le faltaba" la mataría a ella y a sus hijos. Durante el forcejeo que mantuvieron, en el que la mujer logró pedir auxilio, ambos llegaron a caerse por las escaleras. Los gritos de socorro "desgarradores" de la mujer fueron escuchados por una vecina que pasaba por la calle, que advirtió a la Policía. Los agentes acudieron al lugar y lograron auxiliar a la víctima y detener al agresor.

Debido a las horas de tortura que padeció, la mujer sufrió numerosas lesiones: un traumatismo craneoencefálico, contusiones en cabeza, rostro, brazos y piernas, erosiones, una equimosis en el cuello causada por el cinturón, etcétera. Los daños no sólo fueron físicos: tuvo que seguir un tratamiento psiquiátrico ya que estos hechos le provocaron un "trastorno adaptativo con ansiedad".

Durante el juicio tanto la víctima como el agresor incurrieron en muchas contradicciones. Sin embargo el acusado, como ya recalcó el fiscal, reconoció la mayoría de los hechos que se recogen en la sentencia y que han sido claves para su condena.